Meghan, a la cabeza en Ascot
La duquesa de Sussex, centro de atención en el primer día de carreras
Las carreras de Ascot comenzaron ayer con la presencia de Meghan Markle, justo un mes después de su boda con Enrique de Inglaterra. Como no podía ser de otro modo, la duquesa de Sussex fue el centro de atención, no sólo porque es la primera vez que acude a este acontecimiento de la alta sociedad británica, sino también porque todos estaban pendientes de cómo vestiría. Se la vio fiel a su estilo sencillo y minimalista y de nuevo con un Givenchy blanco, su firma favorita, que la vistió el día de su boda. El camisero con botonadura delantera y cinturón negro lo acompañó de una pamela de Philip Treacy, el sombrerero favorito de las damas británicas, con permiso de Stephen Jones, con el que Meghan ya ha contado en al menos otras dos ocasiones. El blanco combinado con negro era también uno de los estilismos favoritos de lady Di en Ascot.
Aunque su cuñada, Catalina de Cambridge, de baja por maternidad tras el nacimiento de su tercer hijo, Luis, esperó cinco años después de casarse con Guillermo para debutar en el hipódromo real, los duques de Sussex no paran desde su boda y encadenan un acto oficial tras otro. Tras debutar en el vistoso Trooping the Colour (desfile del estandarte) y afrontar un acto mano a mano con la reina, Meghan ha compartido carruaje con Enrique y dos de sus tíos, los condes de Wessex –Eduardo y Sofía celebraban ayer su 19.º aniversario de boda– en una cita que es mitad hipódromo, mitad pasarela.
Isabel II acudió vestida, y tocada, de amarillo intenso con la princesa Ana –en discreto beige– y el príncipe Andrés. Por su parte, Carlos y la duquesa de Cornualles –también de beige– compartieron carruaje con las princesas Eugenia y Beatriz de York, hijas de Andrés. La reina, que tiene 92 años y debutó en Ascot con 19, también celebraba que el lunes se convirtió en bisabuela por séptima vez, tras nacer la segunda hija de Mike y Zara Tindall.
Este encuentro fue fundado por la reina Ana en 1711, y su etiqueta es muy exigente. Es obligatorio cubrirse la cabeza con sombreros que tengan al menos un ala de 10 centímetros de ancho, y no son de buen tono los vestidos muy entallados o las faldas por encima de la rodilla. Este año, las reglas son más estrictas: prohíben los escotes Bardot, que dejan parte de los hombros al descubierto y que están entre los favoritos de Meghan. Pese a todo, parece que la duquesa ha superado el examen de su primer Ascot: recatado, minimalista y estiloso.