La Vanguardia

El ídolo de Irán

Carlos Queiroz se ha convertido en el portavoz del fútbol persa

- JUAN B. MARTÍNEZ Kazán. E. especial

Aparece Carlos Queiroz por la sala de prensa estilo anfiteatro universita­rio del Kazán Arena. Lo hace encantado, sonriente y relajado. Quién le iba a decir que encontrarí­a su sitio en Irán. A él, portugués nacido en la actual Mozambique hace 65 años, que había dado vueltas por medio mundo y que ahora es un ídolo en el país persa. No sólo se trata del entrenador que les ha llevado al Mundial por segunda vez consecutiv­a y el que lideró desde el banquillo la victoria del viernes ante Marruecos, sino que se ha convertido en el maestro, en el defensor y en el portavoz de unos jugadores que sólo quieren disfrutar del fútbol como los de los demás países. Ha tenido que capear dificultad­es, desde las sanciones políticas a Irán hasta las tensiones internas. Los clubs no le querían dejar los jugadores con el suficiente tiempo para preparar el torneo, no encontraba rivales para amistosos, no disponía de los suficiente­s campos… y para colmo, la mayoría de las botas que lucen los iraníes se las han pagado de su bolsillo porque Nike canceló el envío por las sanciones de EE.UU. “Es injusto para 23 chicos que quieren jugar al fútbol y merecen ser tratados como todos los jugadores del mundo. Debemos darles las herramient­as para que jueguen porque quieren poner la camiseta en un lugar más alto para la gente”, dice Queiroz, que fue contratado en el 2011, que en el 2015 dimitió y que tres días después regresó a la selección iraní.

Queiroz ha convertido al equipo en el más disciplina­do de Asia. Para él es su cuarto Mundial, tras haber estado al frente del banquillo de Sudáfrica en el 2002 y de su Portugal en el 2010, edición en la que cayó en octavos ante España. Es un legionario del fútbol que fue asistente de Alex Ferguson en el Manchester United y que estuvo al frente del Madrid tras el despido de Del Bosque para modernizar el libreto del equipo blanco (fracasó) en la campaña 2003-2004. En ese sentido recuerda que peleó para tener a Hierro como jugador –lo echaron del Bernabeu cuando él llegó–. “Le tengo una gran admiración. Ha demostrado una gran personalid­ad cogiendo al equipo de España. Jugaron ante Portugal como si no hubiera ocurrido lo de Lopetegui”.

Para el partido de hoy, el objetivo fundamenta­l del portugués es que sus jugadores salgan con la mentalidad correcta. “No tenemos superhombr­es como tiene España, pero juntos y unidos podemos hacer supercosas porque tenemos la capacidad extraordin­aria de mejorar siempre en sacrificio. Cuantas más dificultad­es se nos presentan, más ganas ponemos”, opina Queiroz, que cuando habla en castellano mezcla términos en portugués y en inglés, lo que da fe de lo nómada que ha sido su carrera. El técnico quiere que sus jugadores crean en la victoria. “No nos debe importar la gran reputación de España. Hemos de intentar jugar para ganar, aunque nos va a tocar defender en bloque. Es una oportunida­d única de crecer y mejorar de mis jugadores, porque no hay rivales perfectos ni los partidos están escritos de antemano”. Lo sabe bien.

LA FRASE

“No tenemos superhombr­es como España, pero juntos podemos hacer supercosas”

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