La Vanguardia

España se impone por la mínima a Irán y lidera su grupo

‘La roja’ sufre pero acaricia ya los octavos tras un gol afortunado de Costa

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Kazán Enviado especial LA CRÓNICA

Kazán se convirtió en Teherán y la selección española tuvo que sudar sangre para cazar la victoria. Los 15.000 espectador­es iraníes transforma­ron el estadio en una escandaler­a impresiona­nte y sólo un gol de rebote de Costa logró desatascar a España, que tiene los octavos de final a un suspiro. Un punto el lunes ante Marruecos, ya eliminada, le clasifica matemática­mente. Lo normal es que pueda atar el primer puesto ganando por más diferencia de la que consiga Portugal ante Irán… si es que los de Cristiano pueden batir a un equipo de Queiroz que tiene el corazón inmenso. Se sabía que el rival era defensivo y correoso pero en la práctica España pasó por un potro de tortura. Primero intentando atacar a un equipo que defendía con todo y con todos. Y después amarrando un resultado contra un adversario que se marchó al ataque con su gran arma: el espíritu. Con eso logró empatar pero el tanto resultó anulado acertadame­nte por un fuera de juego que el VAR ratificó tras momentos de suspense, en medio de una celebració­n iraní abortada en plena locura.

Sufrió España pero sobrevivió. Se angustió pero venció. No jugó de forma brillante pero lo sacó adelante a trancas y barrancas, que es lo que cuenta en un Mundial. Porque el partido estuvo en las antípodas del encuentro contra Portugal. Un dato resume mejor que nada cómo fue la primera mitad: un solo tiro entre palos. Lo protagoniz­ó David Silva con un lanzamient­o de falta que rozó en un defensa. Habían pasado ya 25 minutos de un partido pastoso, complejo y enrevesado.

Una auténtica pesadilla para la selección española, que se estrellaen ba una y otra vez contra un doble muro perpetrado por Carlos Queiroz. Una línea de seis en la frontal o dentro de su propia área y otra de cuatro por delante. Había más gente que en el metro de Tokio en hora punta. No existía espacio ni para respirar o al menos no sabía generarlos el conjunto de Hierro. El selecciona­dor sorprendió al apostar por Lucas Vázquez en detrimento de Koke, mientras que ya se barruntaba que jugaría Carvajal por Nacho. En la teoría el técnico buscaba profundida­d por la banda derecha.

Pero no había manera. España intentaba bascular el balón de un lado a otro pero siempre ocurría algo para que no acabara pasando nada. Isco, Silva e Iniesta trataban de moverse mientras que por delante Diego Costa era un rehén dentro del castillo persa, un tremendo Kremlin, una fortaleza impenetrab­le.

Debían los españoles tener paciencia y no desesperar­se. Pero salvo el relatado chut de Silva y dos acciones más del canario, una que se marchó fuera y otra que desvió otro defensa, al borde del descanso, nada de nada en el balance ofensivo.

Hierro se desgañitab­a porque Irán no sólo corría y peleaba, sino que también protestaba y perdía tiempo. Se notaba que el avezado Queiroz había ilustrado a los suyos todas las artes del cerrojazo.

Se estaba jugando el partido que quería Irán, ese duelo en el que lo único que pasaba era el tiempo y con empate eso beneficiab­a a los asiáticos, alentados por sus miles de seguidores que no cejaban de hacer ruido. El concierto de trompeta y tambor resultó infernal dentro de un panorama desalentad­or para cualquier espectador neutral. Los decibelios sólo hacían que subir.

Le hacía falta a España probar otros factores, como el tiro a media distancia, pero lo dejó ya para la segunda mitad. Al equipo de Hierro le urgía generar más ocasiones para que cayera el gol.

Así fue como se desarrolló la historia, puesto que la selección española regresó del entreacto con más ahínco. Empezó a abrir el juego por las bandas, en especial gracias a los caracoleos de Isco, y con ese desborde la solución comenzó a intuirse. Tras un córner Piqué estuvo cerca de marcar y a continuaci­ón Bus-

UN RIVAL CON MUCHA FE

Irán, alentado por un público enfebrecid­o, resultó un potro de tortura para España

MOMENTO DE SUSPENSE

Tras el 0-1 el conjunto de Queiroz empató, pero su gol resultó bien anulado por el árbitro y por el VAR

quets probó el latigazo para hacer lucirse al portero Beiranvand. A la tercera llegó el 0-1. Una jugada como el partido, repleta de confusión. Iniesta maniobró y le puso un balón a Costa. Se cruzó Rezaeian pero su despeje golpeó en la pierna del delantero y terminó en la red.

Se aliviaba España justo cuando más lo necesitaba, antes de que los nervios hicieran mella. Pero si alguien pensaba que el partido moría ahí estaba equivocado porque los iraníes, ¡cuánto orgullo!, empezaron a correr hacia delante como posesos, empujados por la pasión de su público. Por eso se plantaron más de una vez y de dos en el área española. De hecho celebraron un gol tras una falta lateral. Con casi todo el estadio desatado, con los jugadores de Irán festejando y con media tribuna de prensa abrazándos­e el colegiado lo anuló. Tras revisarlo con el VAR la decisión se mantuvo, en medio de una enorme tensión ambiental. Acertó el árbitro porque era fuera de juego de Ezatolahi. Lo cual no puede esconder que De Gea no se atrevió a salir.

No fue el único susto para España porque después Amiri le hizo un túnel a Piqué y sirvió a Taremi, que cabeceó arriba. El partido se las traía. Todavía quedaba tiempo y a España, pensando en la primera plaza, le convenía un marcador más amplio. Pero el resultado no se movió. Aún así el decorado es muy favorable para ‘la roja’. Qué mal rato pasó.

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FRANK AUGSTEIN / AP Isco se abalanza sobre Diego Costa, que con su gol de ayer ya suma tres en el Mundial
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