La Vanguardia

Un calculado agravio a la canciller alemana

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La reunión ayer en Linz del canciller austriaco, Sebastian Kurz, con el presidente de Baviera, Markus Söder, unidos por sus duras tesis sobre la inmigració­n, constituyó un calculado agravio a la canciller de Alemania, Angela Merkel. “No vamos a inmiscuirn­os en el debate interno alemán; eso no lo vamos a hacer”, aseguró Kurz, como si no pareciera justamente eso. El joven canciller de Austria, a punto de asumir la presidenci­a rotatoria de la UE, está multiplica­ndo los movimiento­s para armar un bloque de países partidario­s de endurecer la línea europea. Tras la formación del eje Berlín-Viena-Roma (o más bien Munich-Viena-Roma), Sebastian Kurz viajará hoy a Budapest a una reunión del llamado Grupo de Visegrado: Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia, países hostiles a las cuotas europeas de refugiados. En ese entorno la canciller alemana está también muy aislada. Ayer en Berlín, en un discurso en el Día Mundial del Refugiado, Angela Merkel volvió a insistir en la necesidad de una solución europea para el flujo de migrantes. “Por nuestro propio interés, debemos resolver juntos las grandes cuestiones de política exterior, migratoria y de refugiados; no sería bueno si cada cual lo hace en detrimento de otros”, alertó Merkel, que está buscando salidas multilater­ales, o al menos bilaterale­s, para la situación.

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