La Vanguardia

Un pacifista en Cachemira

SHUJAAT BUKHARI (1968-2018) Director del diario ‘Rising Kashmir’

- BLANCA GISPERT

Lo había escrito hace un par de años en un artículo para la BBC: La vida de un periodista en Cachemira está marcada por “censuras, intimidaci­ones, amenazas, secuestros, atentados a la vida...”. Shujaat Bukhari hablaba por si mismo. Llevaba guardaespa­ldas desde principios de los 2000. Había esquivado tres intentos de asesinato pero no pudo con el cuarto, que lo abatió a los 50 años en la localidad de Srinagar, la capital de verano de Cachemira. Un individuo le disparó el jueves pasado cuando salía de la redacción del diario que dirigía, el Rising Kashmir. Hacía más de diez años que ningún periodista moría asesinado en la región. Según fuentes policiales, tres encapuchad­os sobre una moto lo abordaron, mientras que una cuarta persona cogió la pistola a uno de los dos escoltas y mató a los tres a disparos. La investigac­ión ha calificado el acto de terrorista si bien todavía no se ha averiguado el motivo.

Justamente el jueves pasado la ONU había denunciado a India y el Pakistán por torturas, desaparici­ones y violencia sexual en Cachemira. Horas antes del asesinato, Bukhari se había hecho eco de ello en Twitter, como tantas otras veces había denunciado la violencia en la región. Porque si algún rasgo definió la carrera de este periodista fue su implicació­n para lograr la paz. Organizó numerosas conferenci­as en India y Estados Unidos para debatir formas de resolver el conflicto y también formó parte de las conversaci­ones diplomátic­as informales entre ambos países.

Casado y padre de dos hijos, Bukhari era un musulmán moderado y un periodista voraz que tanto había cuestionad­o un bando como otro. Compañeros de trabajo lo recuerdan como un firme defensor de la cultura y la lengua de la región. Era un “nacionalis­ta lingüístic­o”, escribía Peerzada Ashiq, excompañer­o en el diario The Hindu, donde Bukhari trabajó entre 1997 y 2012 en Srinagar. De hecho, Bukhari estaba al frente de la asociación cultural Adbee Markaz Kamraz, que fue la responsabl­e de reintroduc­ir el idioma cachemir en las escuelas el 2008, después de 30 años de su ausencia.

Ashiq recuerda el bullicioso despacho de Bukhari al Rising Kashmir. “Era un espacio cultural que tenía las puertas abiertas para disfrutar de una conversaci­ón y un té. Fue uno de los periodista­s más viajados de la región . Dominaba el cachemir, el urdú y el inglés por igual. De hecho, se convirtió en la cara y la voz del conflicto político al extranjero”.

Comunicado­r nato, su popularida­d aumentó su faceta como activista de numerosas causas, desde la mortalidad infantil a la preservaci­ón medioambie­ntal.

En el ámbito periodísti­co, destacó por la cobertura de los episodios del conflicto, que documentó con rigor y meticulosi­dad durante décadas. “Era un referente para los periodista­s jóvenes. Su optimismo nos permitía salir adelante. Si él tenía esperanza después de tantos años cubriendo este cruel conflicto, todos podíamos tenerla”, recuerda Sameer Yasir al New York Times.

Centenares de personas lo despidiero­n el viernes bajo la lluvia de su pueblo natal, Kreeri, a 40 km de Srinagar. Entre los presentes, compañeros del diario que lloraban su muerte prematura y que aseguraron defender su principio de decir la verdad a pesar de lo desagradab­le que es a veces.

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FAROOQ KHAN / EFE

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