La mirada privilegiada
FRANCESC BUFORT (1963-2018) Periodista
Las redacciones son organismos complejos en los que interactúan seres complementarios. No brillarían como lo hacen las estrellas de la profesión si no fuera por el trabajo discreto de periodistas que, con maestría, toman entre bambalinas decisiones que permiten que todo fluya. En su carrera, Francesc Bufort tomó muchas de esas decisiones. Trabajó en radio, agencias, prensa y televisión, pero fue en su faceta de redactor-productor televisivo en la que ejerció ese magisterio amable y tranquilo.
“Francesc enseñaba con el ejemplo, trabajando; no daba clases magistrales”, destaca Miguel Ángel Román, periodista de beIN Sports y compañero de viaje de Bufort en su carrera televisiva.
Bufort, barcelonés de Gràcia, se estrenó a mediados de los 80 en Ràdio Gavà, Ràdio Poble Sec y Ràdio Cubelles. Allí ejercitó sus dotes de comunicador, volcado en el cómic y la música New wave. El periodista económico Toni Garganté, que compartió micrófonos con él, recuerda su sentido del humor, mezcla de “flema británica con toques delirantes, aunque era él quien al final se ponía serio”. A Cesc, como recuerdan bien sus amigos, le motivaban tanto los programas como las cenas posteriores en las que celebraban entre risas sus aciertos y desaciertos.
Tras una etapa en la agencia Europa Press, Bufort ingresó en el Diari de Tarragona, donde trabajó de redactor de sucesos y local. “Un periodista riguroso, noble y muy buena persona”, recuerdan de su paso por una ciudad a la que ya siempre se sintió vinculado.
Bufort inició en los 90 su etapa de periodista y productor deportivo, que ya no abandonaría. Formó parte del equipo fundacional de Canal+ en Barcelona, trabajó en el programa La Gradería de Localia, en Ràdio Barcelona y aterrizó en el 2009 en Mediapro. “Bufort tenía una mirada privilegiada sobre las imágenes –subraya Román–, detectaba al vuelo lo que era una pieza buena o una pieza vulgar. Si él aprobaba el vídeo que habías montado, podías estar tranquilo; si te decía que le dieras una vuelta más, lo conveniente era dársela”.
Con su rebeldía de siempre (en una emisora le prohibieron que programara flamenco o heavy por ser estilos ruidosos, y él lo acató al pie de la letra, pero a cambio dedicó varios monográficos al punk), Bufort sobrevivió siete años a un cáncer con mal pronóstico. Nunca perdió la sonrisa. Siempre antepuso el amor, la amistad y el humor a cualquier otra circunstancia. Ese será el recuerdo que perdurará entre todos aquellos que tuvimos la inmensa suerte de cruzarnos con él.