“Rapé a mi sobrina para que pudiera jugar a fútbol”
Pablo, ¿está lavando los platos? Se oye un ruido...
No, pero si quiere ahora mismo me pongo.
¿Sabe qué otro Mundial se celebrará en breve?
Hum...
El de baloncesto femenino, en Tenerife, en septiembre.
Vaya, creía que el de ajedrez.
Usted tiene dos hijas. ¿Le duele que se ningunee el deporte femenino?
Me fastidia, sí. Tengo una sobrina futbolista en Holanda. Cuando era niña y vivía en Barbate, la rapé para que la confundieran con un chico y pudiera jugar en el equipo de los niños. Se parece mucho a Cruyff. Si fuera un chico, podría ser Cruyff. Pero, como es una chica, es mi sobrina.
¿Quién ganará el Mundial?
No tengo ni idea. Ojalá un país emergente porque esas cosas siempre dan mucha alegría, incluso a personas como yo: para descubrir un ligero indicio de mi futbolitis se necesitaría un microscopio.
Pues ahora llueve fútbol...
Sí, todo el mundo reconoce a los futbolistas por la calle, pero no a los cirujanos que salvan vidas. La sociedad tiene los valores subvertidos.
¿Cantantes, toreros y futbolistas viajan juntos?
¡Qué va! Somos rivales. Los toreros son los antiguos futbolistas. Y ahora no llueve fútbol: diluvia. Estos días muchas galas y actuaciones se suspenden en municipios y salas porque los organizadores no quieren arriesgarse a coincidir con un partido importante.