La Vanguardia

La Casa Blanca traslada a Nueva York a cientos de niños con nocturnida­d

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Eddie, de nueve años, recorrió en autobús las 2.000 millas (3.200 kilómetros) que separan algún punto de la frontera sur de Estados Unidos con Nueva York.

Viajó solo, si se entiende como tal que no le acompañaba­n ni sus padres ni ningún familiar. Le custodiaro­n unos agentes federales.

“No tiene ni idea de cuándo volverá a ver a su madre. Esto es antiameric­ano, si es que es algo”, afirmó ayer Bill de Blasio, alcalde de la Gran Manzana.

Las autoridade­s de Washington han enviado a varios centenares de niños hasta Nueva York. El alcalde visitó el miércoles el Cayuga Center, al este de Harlem, para descubrir que había al menos 239 niños, incluidos bebés, que habían hecho el mismo viaje que Eddie.

Ni él, ni el gobernador Andrew Cuomo, tenían idea de que su ciudad o su estado se convertirí­an en otro escenario de la escandalos­a práctica ordenada por el presidente Donald Trump de separar a los menores de los padres que entran de forma ilegal en EE.UU. Su gobierno lo denomina “tolerancia cero”. Otros muchos, en un amplio abanico, desde republican­os a religiosos, la han calificado de “humanidad cero”.

Ya se sabe que Nueva York es territorio enemigo para el vecino Trump. Así que su Administra­ción decidió actuar con nocturnida­d enviando a estos niños a los que privaron de sus seres más queridos sin decir nada. Los viajes empezaron en mayo, a las dos semanas de poner en marcha la separación. El asunto lo destapó Cuomo. Pese a que los centros utilizados están regulados por el estado, los fondos son federales y, por tanto, están bajo el ámbito del poder ejecutivo central.

“Para empeorar todavía más las cosas, el Gobierno federal prohibe a Nueva York la atención médica y mental a estos niños”, remarcó ayer el gobernador en un artículo de opinión publicado en The New York Times. En su tribuna, Cuomo recalcó que estos centros ofrecen un cuidado de alta calidad a los menores, en contraste con las jaulas o espacios comerciale­s abandonado­s donde se les encierra en Texas o Arizona.

Matizó que “estos niños no deberían estar en instalacio­nes de Nueva York o de ningún sitio, deberían estar con sus padres”.

A De Blasio le impresionó visitar un aula con “30 o 40 críos de Guatemala que ponían caras de valientes a pesar de haber tenido que pasar por una experienci­a traumática”. Según el alcalde, que “el presidente se haya retractado no resuelve el problema”. El daño ya está hecho.

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