El milagro orquestal
Charlando ayer en la +Bernat sobre el por qué de la orquesta y su evolución a lo largo de 300 años es fácil llegar a la conclusión de que este es un instrumento que pervive en el siglo XXI de prestado.
Que nadie se alarme: ni está en crisis como elemento clave de la cultura musical ni tiene visos de desaparecer –no lo verán nuestros ojos–, pero quienes asistieron a la presentación del nuevo libro de este sabio llamado Jorge de Persia –La orquesta (Alianza)– salieron más ilustrados de lo que entraron. Y de ello también fue responsable el director musical del Liceu, Josep Pons, que acudió a presentar el volumen de su colega. Se conocieron siendo él titular de la Orquesta de Granada y De Persia director del Archivo Manuel de Falla. Años ha.
“Una orquesta es un organismo humano que responde a ideologías dominantes –comenzó argumentando el crítico de La Vanguardia– , de ahí la idea de absolutismo en la orquesta del barroco, del orden y la organización de los instrumentos; de ahí la del progreso con el que se encontró Mozart cuando andaba con Mannheim por París... Y así podríamos seguir hasta llegar a la conformación de la orquesta actual, o mejor “de ahora”, porque hoy no representa la ideología de la sociedad. Usamos el instrumento de hace cien años, cuando era una representación de la sociedad industrial. Ahora hay otros elementos y argumentos en el arte, y sin embargo creo que nos representa”.
Cierto, convino Pons. El último que inventa instrumentos es Wagner y luego a lo sumo se añade la pata del si y el si bemol en la flauta de Mahler... “Llega un momento en que esto se para, y también el vestido. Los músicos iban disfrazados según el traje de gala de la época, y nosotros seguimos con el frac del XIX”.
No era la primera vez que Pons comentaba esa curiosidad, pero el espejo se hizo cóncavo en la +Bernat al entrar en el terreno compositivo. “Al final mi libro reflexiona sobre la orquesta como museo: te sientas y te van pasando los cuadros. A Vivaldi no paraban de pedirle obras nuevas...” “Sí, es la fosilización que coincide con la época industrial –asumió Pons–. Mozart no repetía obras, en todo caso las reciclaba, pero cada año estrenaba, como cualquier grupo de pop hoy. Pero a partir de Mendelssohn, en el primer romanticismo, se empiezan a fijar en lo que hacían sus predecesores. Hasta que acabó siendo un mirar atrás como un canto del cisne. Ha habido una petrificación, ni la luz hemos aprovechado como elemento escénico. Por contra tenemos a Bach, Mozart, Brahms... su mensaje es tan potente que nos salva, pues con lo caros que somos ya nos habrían echado”.
“Mi libro reflexiona sobre la orquesta como museo: te sientas y te van pasando los cuadros”, decía De Persia