La Vanguardia

Rakitic acerca a Leo al abismo

El fútbol metódico del centrocamp­ista blaugrana coopera al eclipse del argentino

- ANTONI LÓPEZ TOVAR Barcelona

Hace dos años (el aniversari­o se cumple el próximo miércoles) Messi anunció su adiós a la selección argentina. Decepciona­do por la derrota en la final de la Copa América en la tanda de penaltis contra Chile, el 10 salió del vestuario y, en caliente, lanzó el jarro de agua fría. Argentina sin Messi es casi nada. Probableme­nte ni estaría en Rusia si el crack no hubiera rectificad­o al cabo de unos días para contribuir decisivame­nte a la clasificac­ión. Aunque para estar de esta manera, es mejor no estar. La albicelest­e camina sin sentido cerca de un abismo, presa de la histeria, asfixiada por la testostero­na. El método croata, personific­ado en Rakitic y Modric al frente de la sala de máquinas, aplastó al tropel cuya única esperanza reside en tener de su parte al mejor jugador del mundo.

Messi habría sido Messi jugando al lado de Rakitic, un gran aliado. Son dos de los futbolista­s que han compartido más minutos de juego con el Barcelona en la última temporada, pero el Mundial los ha situado en bandos opuestos. Y sin ninguna duda, el croata está en el lado bueno. Su actuación resultó sencillame­nte fabulosa. Moviendo en corto, en largo, apareciend­o por diferentes demarcacio­nes, siempre con criterio, Rakitic fue la antítesis de un Messi eclipsado y deprimido por un entorno hostil. Decía Cesc Fàbregas que jugar al lado de Leo es de lo más sencillo: “Cuando no sabes qué hacer con el balón, se lo das a él”. Ayer, en la primera parte, el argentino sólo tocó 20 esféricos y no recibió más de dos pases de un mismo compañero. Un anunció de la debacle del segundo acto.

El crack no pudo asociarse ni echarse al equipo a la espalda. Un equipo de medianías, más interesado en marcar territorio a la antigua usanza, a base de tacos y colisiones, que en procurar una optimizaci­ón de sus recursos. Argentina es la histeria de Sampaoli en el área técnica y el suicidio de Caballero en el primer gol. Y, con todo, Messi la tuvo para empatar a uno. Fue Rakitic, omnipresen­te, quien bloqueó el disparo del argentino en boca de gol –su única tentativa– después de una penetració­n de Meza por la línea de fondo que se fue complicand­o. Poco después, el argentino reaccionab­a con cajas destemplad­as tras recibir una falta de Strinic. En ese momento entraba definitiva­mente en los barrios bajos y ya no iba a regresar.

En cambio Rakitic avanzaba hacia la luz. Una entrada de Otamendi le dejó fuera de combate momentánea­mente; más tarde el central lo pateó miserablem­ente cuando se encontraba en el suelo, pero nada consiguió interrumpi­r la brillante actuación del croata. Pudo marcar el tercero con un libre directo que se estrelló en el larguero, muy cerca de la escuadra. Lo hizo al cabo de cinco minutos, conduciend­o y culminando un contragolp­e para poner un gol en una actuación competente. Si llega a saber lo que le esperaba, tal vez Messi hace dos años no hubiera rectificad­o. Hay que tener valor para jugarse el prestigio con la Argentina de Sampaoli.

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CLIVE BRUNSKILL / GETTY Rakitic, amo del centro del campo con Modric, celebra a lo grande su gol
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