Murallas de Tarragona
VOY a hacer un spoiler: en la encuesta que publicaremos el domingo y el lunes en este diario preguntamos a los ciudadanos consultados si creen que el president Quim Torra es capaz de negociar una salida al conflicto catalán diferente al referéndum o a la independencia, y el resultado es que el 56,5% responden que no (sólo el 36,6% piensa que sí). Dicho de otra manera, la mayoría de los catalanes opina que con el actual presidente de la Generalitat vamos a seguir encallados en el procés, más allá de la voluntad de diálogo que ha puesto de manifiesto el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.
El estado de ánimo de los electores catalanes no es demasiado optimista. De todos modos, que Torra decidiera finalmente estar presente en la inauguración de los Juegos Mediterráneos en Tarragona, que presidirá el rey Felipe VI, fue una buena noticia. En caso contrario, se hubiera tirado piedras al propio tejado, porque la Generalitat ha sido una de las principales impulsoras de este acontecimiento, hasta el punto que ha construido el pabellón deportivo y ha colaborado en la remodelación de la residencia universitaria. Para Tarragona, estos Juegos han resultado estratégicos a fin de conseguir mejoras en equipamientos e infraestructuras. Y es una manera de mostrarse al mundo como una ciudad no sólo con historia, sino también con futuro. Pero nunca la alegría es completa. Finalmente, Torra ha acudido, pero advirtiendo de que no volverá a invitar a ningún acto al Monarca ni asistirán a los que el Rey presida, en lo que parece una ruptura de relaciones protocolarias con la jefatura del Estado. Desde luego no es la mejor forma de preparar la entrevista con Sánchez. Y sobre todo resulta una manera de dar la razón a los que piensan que con estas políticas no saldremos del laberinto.