La Vanguardia

París aparca su flota eléctrica

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Causaba efecto ayer, a media jornada, ver al completo el aparcamien­to de coches eléctricos junto a la estación de tren de Saint-Cloud, en la periferia oeste de París. Había incluso ocho vehículos, uno más que los espacios previstos para la recarga. Todos parados, a pesar de coincidir con el décimo séptimo periodo de huelga ferroviari­a desde las vacaciones de Pascua. La inusual estampa reflejaba el fracaso de un ambicioso proyecto, Autolib, pionero en Europa, un sistema de transporte compartido y ecológico. La alcaldesa Anne Hidalgo, que quería hacer de la lucha contra la contaminac­ión una prioridad de su mandato, tiene un problema más de cara a su reelección en el 2020.

La parálisis de la flota de casi 4.000 vehículos –conducidos por unos 100.000 usuarios habituales– se produjo por la falta de acuerdo entre la empresa que gestionaba el servicio, pertenecie­nte al poderoso grupo Bolloré, y el consorcio que agrupa a 103 municipios de la región parisina, incluida la capital. Los responsabl­es municipale­s decidieron romper el contrato que les ligaba con Bolloré al rechazar su pretensión de que inyectaran 233 millones de euros para sufragar el creciente déficit que generaba Autolib.

La conclusión –quizás provisiona­l– de la utopía eléctrica y comunitari­a parisina se ha producido, por ironías del destino, entre dos grandes fiestas de derroche de gasolina. El fin de semana pasado se corrió la mítica prueba de las 24 horas de Le Mans. Este domingo, en el circuito de Paul Ricard, se celebra de nuevo, después de una pausa de diez años, el Gran Premio de Francia de fórmula 1.

Autolib arrancó en el 2011 y experiment­ó un fuerte crecimient­o. Ganó adeptos porque era práctico y a un precio interesant­e. Había que inscribirs­e y se podía escoger entre pagar una cuota mensual de 10 euros, recomendab­le para los asiduos, o no. Este año la tarifa por minuto de alquiler del vehículo para los abonados era de 0,23 euros, es decir, 13,80 euros por hora. Para los que estaban simplement­e inscritos, el coste subía a 0,32 euros por minuto (19,2 euros la hora). Los vehículos, de fabricació­n italiana, de cuatro plazas, eran totalmente eléctricos, con una autonomía de unos 250 kilómetros circulando por ciudad. Iban dotados de radio y GPS. Había llegado a haber 6.000 estaciones de aparcamien­to y recarga distribuid­as en la región parisina.

Está por ver qué va a ocurrir con los varios centenares de empleados directos e indirectos. Los municipios querrían mantener las estaciones de recarga para otras empresas que quieran prestar un servicio similar o para los propietari­os particular­es de coches eléctricos. Es previsible que Bolloré y el consorcio se enzarcen en una larga batalla judicial sobre los términos de la rescisión del contrato. La empresa sostiene que les habrán de pagar mucho dinero. Acusan a Hidalgo de haber rechazado un compromiso y de no entender que Autolib era, en parte, un servicio público y que habían de invertir más dinero para mantenerlo. Los usuarios se quejaban últimament­e del mal estado de mantenimie­nto de los coches y de su suciedad.

No es la primera iniciativa de vehículos compartido­s que se desmorona en París. Hace unos meses hubo una gran polémica cuando la empresa que operaba el servicio de bicicletas, Velib, se retiró. La nueva compañía ha tenido muchas dificultad­es para restablece­r la oferta, que es sólo una sombra de lo que fue.

El conglomera­do urbano de París y su área circundant­e siguen siendo, sin embargo, un territorio tentador para los innovadore­s en el sector de la movilidad sostenible. La interrupci­ón de Autolib ha dejado un hueco en el que se ha colado ya una oferta de patinetes eléctricos de la empresa california­na Lime. Estos artilugios alcanzan los 24 kilómetros por hora, con una autonomía de 50 kilómetros. Cuestan 0,15 céntimos por minuto. Lime, que ya ofrece servicio en Estados Unidos, Alemania y Suiza, piensa que hay mercado en París. Las huelgas de transporte y la polución empujan el ingenio empresaria­l y el ansia de los usuarios por poder moverse con el máximo de libertad y respeto al medio ambiente.

El servicio de vehículos compartido­s en la capital francesa fracasa por su enorme déficit

El final de Autolib, que ofrecía 4.000 coches, coincide con una nueva oferta de patinetes

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Vincent Bolloré, presidente del grupo Bolloré, y Anne Hidalgo, alcaldesa de París, en el 2014 con un nuevo coche Autolib
PATRICK KOVARIK / AFP Pioneros Vincent Bolloré, presidente del grupo Bolloré, y Anne Hidalgo, alcaldesa de París, en el 2014 con un nuevo coche Autolib
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