El País Vasco, gran beneficiario de los acuerdos del Consejo
Euskadi es el beneficiario de las dos únicas decisiones del Ministerio de Fomento incluidas en el orden del día del Consejo de Ministros de ayer viernes, el tercero que celebra el Gobierno de Pedro Sánchez.
En el apartado de este ministerio que dirige José Luis Ábalos se acordó la resolución del contencioso entre las empresas contratistas de las obras de contrucción de un tramo de 6,6 kilómetros de la Y vasca, el proyecto estratégico de la alta velocidad en aquella comunidad, que habían quedado paralizadas “ante la falta de disponibilidad de los terrenos” y “atendiendo a motivos de interés general”, según revela esta nota del Gobierno. Las obras cierran un contencioso valorado en 58 millones de euros y ahora se podrán volver a licitar. El anterior ministro de Fomento dejó encarrilado el desbloqueo de algunos tramos de obras de la Y vasca que habían quedado paralizados. Este es uno de ellos.
El segundo acuerdo, del que también es beneficiario el País Vasco, se refiere a Bilbao y tiene una gran trascendencia para esta ciudad, toda vez que permite poner en marcha la operación urbanística más importante desde la recuperación de la ría. En concreto se trata de la autorización para que la autoridad portuaria bilbaína proceda a la compraventa a futuro –toda una singularidad jurídica– de una de las orillas de la ría frente a Zorrotzaurre, la gran isla que se convertirá en el nuevo ensanche bilbaíno. Es difícil comparar esta operación con otras en España para entender su dimensión, tal vez con la de Chamartín en Madrid.
La aprobación en el Consejo de Ministros de ambas operaciones, sin coste presupuestario, coincide con la buena sintonía entre el Partido Nacionalista Vasco y el Gobierno de Sánchez. Precisamente ayer, el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, y la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, se reunieron para preparar la reunión entre Pedro Sánchez y el lehendakari Iñigo Urkullu el próximo lunes.
La operación autorizada en el puerto de Bilbao sólo es comparable a la de Chamartín en Madrid