El futuro del Turó Park
Hace treinta años que disfruto paseando por el Turó Park, los últimos once con mis perras, pero si la prohibición de entrar con perros en el parque, “ni siquiera atados” prospera, no quiero volver nunca más. Ya no tendré que volver a recoger los cristales rotos de los botellones, ni latas vacías, ni envases plásticos de embutidos, ni diarios abandonados, ni vasos de cartón o plástico de picnics o globos pinchados de fiestas infantiles. Ni tampoco tendré que avisar a la Guardia Urbana cuando vea personas sospechosas haciendo fotos y anotando los pisos cerrados alrededor del parque.
Alcaldesa Colau, se está gastando 1.800.000 euros en reformar el parque, pero mucho me temo que si después siguen sin invertir en un mantenimiento
adecuado, si no mejoran el drenaje de la explanada y continúan dejando jugar al futbol en ella, hacer picnics y pasear en bici; en poco tiempo estará exactamente igual que ahora… Con la diferencia de que en invierno, cuando empiece a oscurecer pronto, o a amanecer temprano , dará miedo entrar en el parque. No habrá nadie paseando con su perro, “ni siquiera atado”.
¿Tanto cuesta poner un vigilante que multe a cualquier persona incívica, y así poder seguir disfrutando todos los ciudadanos por igual del parque?
MARTA DIUMENJÓ OLIVA Barcelona