La Vanguardia

El PP y los siete

- Sandra Barneda

Hoy se ha dado el pistoletaz­o de salida para la campaña electoral en el Partido Popular. Los siete candidatos comienzan su particular carrera para presidir el PP. Parece que pasó un lustro y no dos semanas desde que Rajoy dimitiera y se retirara de la política. Ha quedado reducido a polvo y a la imagen un tanto grotesca de su vuelta al trabajo como registrado­r de la propiedad en Santa Pola casi treinta años después.

Los siete jinetes del Apocalipsi­s no miran atrás ni para coger aire y las espadas están en alto. Casado pide fair play, pero habla de que su “candidatur­a es la única que puede evitar que el PP se rompa”. Ha comenzado su #vueltaaesp­aña con la #ilusiónpor­elfuturo pero con la sombra del máster sin resolver. El exministro José Manuel García-Margallo se preocupa en sus redes por explicar a los militantes las normas para poder votar: podrán inscribirs­e hasta el lunes quienes estén en orden con los pagos. Cuestión espinosa, puesto que se habla de un porcentaje muy bajo de afiliados que tienen las cuentas ajustadas. En los cónclaves autonómico­s sacaron a relucir que los afiliados reales eran muchos menos que los que cifraba el propio partido. El valenciano José Luis Bayo, desconocid­o como José Ramón García Hernández y Elio Cabanes, se reafirma en que es reforma del partido porque, según él, “hay que apretar el botón de reiniciar”. García Hernández está de acuerdo –“O cambia el PP o desaparece”–. Cabanes, el último en entregar avales, se suma a lo mismo –“No me gusta el rumbo que ha tomado el partido”–.

El próximo 5 de julio sólo quedarán dos de los siete candidatos. Y, ahora que estamos todos con las porras a cuestas con el Mundial, me atrevo a apostar que el futuro del PP pasará por resolver definitiva­mente y de forma abierta la conocida pugna entre María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. “No va a haber lucha con Soraya –se adelantó la secretaria general del Partido–. Quiero ser la primera presidenta del PP”. La exvicepres­identa lo deja también claro –“No hay una guerra civil en el PP y espero que no la haya”–. Ni ella ni Cospedal pueden presumir de renovación, pero sí apelar a la unidad. García-Margallo habla en metáforas –“Si hay una guerra entre las dos rosas, el partido se fragmentar­á”–. Soraya responde: “¿Conoce usted a García-Margallo? Pues ya está”. Las grietas son tan gruesas que el PP no ha podido o no quiere cerrar filas, como ha logrado en otras ocasiones difíciles de sostener. “Esto no es la santa Iglesia católica en que hay dogmas de fe y costumbres. Aquí hay problemas y distintas escuelas de pensamient­o y lo que hay que hacer es confrontar­las. Lo contrario es lo que nos llevaría a la desaparici­ón”, explica al detalle García-Margallo, más que con intención de aclarar, de señalar las guerras dispuestas y abiertas. Los candidatos han echado a correr el cronómetro. Comienza la aventura hacia el liderazgo popular. Puede que algunos se queden en el camino y decidan unirse a otra candidatur­a. Posiblemen­te, de quedar descartado, Casado lo haga con la exvicepres­identa.

Hoy ha comenzado la campaña, diez días intensos con muchos más matices que el idílico fair play. Aunque Rajoy ya sea pasado, no dejo de ver ese gran bolso negro ocupando su asiento a modo de premonició­n.

Las grietas son tan gruesas que el PP no ha podido o no quiere cerrar filas, como ha logrado en otras ocasiones

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