Royal Ascot, donde sombreros y tocados compiten con los mejores caballos
En Royal Ascot, los sombreros compiten duramente con las carreras de purasangres
Finaliza Royal Ascot, cinco días de carreras de caballos con un aura de exclusividad que no tienen otros acontecimientos deportivos. Cinco días en que las damas (y cada día más caballeros) compiten con más ahínco que los jinetes por atraer las miradas. De ahí que la elegancia derive fácilmente en extravagancia.
La jornada más fotografiada, la gran pasarela, es el Ladies Day. Ese jueves se ven los tocados más exquisitos y los más estrafalarios. No fallan firmas como Jane Taylor, una de las preferidas de la duquesa de Cambridge; Philip Treacy, imprescindible de varias casas reales; Piers Atkinson, sombrerero de Kate Moss, Lady Gaga o Rihanna, o Stephen Jones, que ha creado para Galliano, Lagerfeld, Madonna, Bjork, lady Di... y es uno de los más atrevidos. Si bien la duquesa Meghan fue noticia el martes en su primera visita a Ascot por su elegante minimalismo, quienes acaparan los focos son los tocados más ampulosos, aunque también es cierto que los excesos van por barrios, o mejor dicho, dependen de la zona del hipódromo a la que se tenga la suerte –y el dinero– de poder acceder.
El corazón de Ascot es el Recinto Real, donde se reúnen los Windsor. Sólo se puede acceder invitado por alguien que haya estado en esta zona al menos en cuatro ocasiones. Las normas de vestuario son tan estrictas como las de admisión: los vestidos no pueden mostrar más carne de la imprescindible, los tocados están vetados y los sombreros deben tener al menos 10 centímetros de ala. No está permitido que las señoras se descubran la cabeza, pero los caballeros se pueden quitar el sombrero de copa en restaurantes, terrazas y palcos privados.
En el segundo recinto, el grandstand o grada, se permiten los tocados y es donde se ven las mayores extravagancias. La tercera zona es el Silver Ring, a pie de pista, lejos de los palcos y la realeza. En este anillo de plata, más allá de que se prohíben las camisetas deportivas, no hay código de vestir y el ambiente es el de un picnic poco glamuroso.
Cuando nació Ascot, hace más de 300 años, era irrespetuoso descubrirse la cabeza en presencia de los reyes, de ahí que quienes acuden al recinto de Berkshire inviertan mucho tiempo y dinero en lo que se ponen en la cabeza, aunque a veces parezca que la han perdido.