La Vanguardia

“Somos menos transgreso­res y divertidos que en los setenta”

- M. JOSEP JORDAN

Guapo, simpático y con estilo, Juan Avellaneda (Barcelona, 1982) ha conseguido en tan solo cuatro años ser un diseñador reconocido de ropa masculina, seguido por miles de fans en Instagram y, lo que es más difícil, querido por el gran público. La fama conseguida gracias a su paso por Cámbiame (Telecinco) le ha dado muchas alegrías (“hoy en un peaje me ha pitado un coche y eran tres niños con su padre enviándome besos”) aunque a veces tenga que lidiar con píldoras amargas el que se publique que mantuvo una relación en el pasado con Màxim Huerta o que le pinten un insulto homófobo en su puerta. Con su libro Poténciate (Grijalbo) quiere ayudarnos a buscar nuestro estilo personal para “proyectar la mejor imagen de nosotros mismos”.

Se formó en la prestigios­a escuela de moda Saint Martin’s, pero trabajó en un banco, ¿cómo se lanzó a diseñar su marca?

No fue fácil. Estaba trabajando para marcas de lujo creando accesorios de hombre de forma anónima y fue mi pareja quién me ayudó a hacerlo. Me daba mucho pudor firmar mi propia ropa. En el 2014 hice una colección cápsula de piel y Lluís Sans, que creyó en mí desde el minuto cero, me la expuso en una pop-up en Santa Eulalia. Fue fantástico.

¡En muy poco tiempo su trayectori­a ha sido fulgurante! Viste a famosos, hace televisión…

Estoy muy contento porque mi ropa no busca el ruido, ni el circo. Me dirijo a un hombre mediterrán­eo, relajado y en cierto punto sofisticad­o. Afortunada­mente como trabajo mucho el esmoquin he podido vestir a rostros conocidos como Los Javis, Aldo Comas, Jaime de Marichalar o Nieves Álvarez, que los lleva maravillos­amente adaptados a su silueta. Es mi gran amiga, y también mi musa. Me inspiro en ella para crear piezas de la colección femenina que estoy haciendo ahora.

¿El momento culminante fue cuando entró en la televisión?

Me encantó la experienci­a y me ha dado mucha popularida­d. Cuando me lo propusiero­n, me llamaron de algunas revistas aconsejánd­ome que no aceptara entrar en Telecinco. Creo que tenemos complejos ridículos porque al fin y al cabo es una cadena que ve todo el mundo, y puedes ir al programa que quieras siendo tú mismo. Un diseñador puede ser un personaje que entretenga sin perder su profesiona­lidad. Me lo he pasado muy bien y he comprendid­o cómo de perdida se puede sentir la gente a la hora de vestirse.

¿Lleva bien la fama?

Sí, entre comillas. Estoy contento de no tener haters en internet, pero hay cosas un poco complicada­s de gestionar.

Supongo que no le ha gustado ver publicado que hace unos años tuvo una relación con el ya exministro Màxim Huerta.

De terceras personas con las que he estado –o no he estado– no quiero hablar. Soy diseñador, me ha costado mucho llegar donde estoy, lo he hecho con mi esfuerzo y no quiero que se intoxique mi trabajo. No me hace ninguna gracia que me pregunten estas cosas, sean ciertas o no. No quiero entrar en la faceta del corazón, no me siento cómodo. Aunque solo sea por respeto a mi pareja actual, a la que quiero muchísimo, y con la que espero estar toda mi vida. Màxim es un amigo de hace mucho tiempo al que también hace mucho que no veo.

Pero ¿tiene opinión sobre su dimisión?

Creo que todo ha sido un poco precipitad­o, pero no puedo hablar mucho porque me ha pillado fuera y no lo he seguido. Lo que sí puedo decir es que Màxim Huerta es una persona muy implicada y comprometi­da en las cosas que hace. No sabemos cómo hubiera sido de ministro. No se le ha dado un voto de confianza, estamos opinando de alguien que no ha tenido tiempo de demostrar nada. Todo cargo se merece cien días de prueba, igual Màxim que Pedro Duque o cualquier otro.

Una frivolidad: ¿le sorprendió ver las etiquetas de sus zapatos el día de la toma de posesión? Y el resto de los ministros, ¿iban bien?

Lo del precio a la vista en la suela fue un error, pero se entiende porque es un momento de mucha presión. A veces somos demasiado exigentes. Me gustó la minifalda de Reyes Maroto, la ministra de Industria, aunque la hayan criticado. He de decir que en general no en-

Fue pareja del exministro Màxim Huerta y lamenta que no haya tenido tiempo de demostrar nada

tiendo cómo los hombres llevan los bajos de los pantalones tan largos, queda fatal. Creo que todo gobierno debería tener un asesor de imagen porque la forma cómo vestimos transmite mucho de nosotros. En Estados Unidos se tiene muy en cuenta.

¿Donald Trump lo tiene en cuenta?

No me gusta como político, pero transmite una imagen muy identifica­ble, como hacen muchos otros personajes públicos (Anna Wintour, por ejemplo). Obama era impecable, nada pretencios­o. A Trump no le favorece lo que lleva, le va todo grande, pero creo que su look está muy pensado.

Hablábamos de una ministra que iba corta, a la reina Letizia se le ha criticado alguna vez el largo de la falda.

Me parece muy injusto que no se critique a un hombre cuando lleva un traje que le va enorme y en cambio sí se juzgue una falda corta. Ha de ser muy duro estar bajo el foco de atención cada vez que sales. A mí me gusta como viste la reina, aunque prefiero sus estilismos cuando se atreve a jugar un poco.

Meghan Markle ha vuelto a apostar por Givenchy, la firma de su vestido de novia. ¿Es la ‘it girl’ del momento? Es una de las mujeres mejor vestidas, sí. Conoce muy bien su silueta y todo lo que se pone le queda genial, aunque desde que forma parte de la realeza ha perdido algo de espontanei­dad, antes le daba a todo un toque más cañero. Penélope Cruz es otra mujer que también conoce muy bien su cuerpo y por ello siempre viste favorecida aunque no siempre nos guste lo que lleva.

O sea, ¿conocer tu silueta es acertar?

Tanto hombres como mujeres debemos ser sinceros delante del espejo para no ponernos cosas que nos gustan mucho pero que nos quedan fatal. En el libro describo los diferentes tipos de siluetas y cómo sacarles el máximo partido dentro de nuestro estilo personal. Si te gusta ir bohemia pero estás rellenita y no te queda bien la falda larga, juega con el escote. Siempre debemos adaptar las tendencias a nuestro físico.

En el libro también cita los complejos y los prejuicios como grandes enemigos. Las mujeres tienen muchas insegurida­des relacionad­as con el cuerpo y eso les impide verse en conjunto. Por ejemplo, si tienen culo y pecho y les acompleja el culo, tienden a esconderlo para verse mejor, pero lo único que consiguen es potenciar el pecho y así perder la armonía y el equilibrio general de las formas. Los hombres son más críticos con la apariencia. Temen que según que ropa los haga parecer afeminados, o que crean que son gais, y se cortan a la hora de elegir vestuario. El rosa o las flores no son exclusivos de la mujer.

Ricky Martin dice que no le importaría que sus hijos fueran gais. Creo que deberá llegar un día en que no tenga sentido contar si eres gay o si tu hijo tiene a una mujer o a un hombre como pareja. Un heterosexu­al no lo va contando. Pero todavía queda mucho para que se normalicen las cosas.

A usted le pintaron “marica” en la placa de su puerta.

En el programa algunos participan­tes me contaban que esto pasaba en zonas rurales y yo lo encontraba muy fuerte. Cuando me ocurrió a mí, en pleno centro de Barcelona, me sentí avergonzad­o pensando en qué dirían las vecinas, pero enseguida se me pasó y lo colgué en las redes para ayudar a cambiar las cosas. Hay que denunciar estas agresiones cobardes hechas desde el anonimato, son injustas y retrógrada­s. Por Instagram me llegaron 2.500 mensajes privados de personas que me daban las gracias por haberlo explicado y me sentí feliz.

¿A qué hombre le gustaría vestir?

A Eddie Redmayne o a George Clooney, aunque en la boda de Meghan y Harry no me convenció. Iba mucho mejor su mujer, Amal.

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Juan Avellaneda, vestido con piezas de su colección para el otoño-invierno 2018-2019
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BERNAT PÉREZ TUDELA

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