La Vanguardia

Marta Simó

UNIDAD ABUSOS SANT JOAN DE DÉU

- ANA MACPHERSON

El hospital pediátrico Sant Joan de Déu tiene abierta la única unidad de abusos a los menores que existe en Catalunya a pesar de que la prevalenci­a de agresiones sexuales en la infancia es del 20%. Atiende anualmente

300 casos.

Algo pasó en mayo de hace dos años. Pero la pequeña de 6 años no lo explicó hasta julio. En ese periodo, la niña se había llenado de rabia y mal humor, ansiedad, problemas para dormir, cambios de carácter. “De mala luna” en palabras de su padre. Incluso era agresiva a ratos con su hermano pequeño. En casa todos empezaban a sentirse desesperad­os por no entender qué pasaba. Y por fin un día lo explicó: un monitor de las colonias escolares le había tocado y mostrado su pene. Lo que más daño le ha hecho.

A partir de ese conocimien­to, los padres tragaron saliva y se pusieron a buscar qué hacer. “Porque no tienes ni idea de cómo has de actuar, de cómo puedes ayudarla y defenderla. La escuela no colaboró, al contrario, intentó desacredit­arnos. Ni, por supuesto, la casa de colonias, donde el abusador siguió con niños a su cargo. Ensenyamen­t dijo que no trataban esos temas. Infància, que se ocupaban de niños en desamparo. Sólo el pediatra nos dio una pista: en Sant Joan de Déu hay una unidad especializ­ada en abusos de menores, la Ufam, que nos iba a atender. Pero van desbordado­s y nos daban hora para tres meses después. Apretamos en nuestra desesperac­ión, nuestra hija necesitaba ayuda inmediata. Estaba mal. Y la acogieron. Tratan el problema de forma integral. Fue el único punto de ayuda. Con el paso del tiempo lo que más te queda es la soledad, la desprotecc­ión”.

El padre de la víctima pide que no se publique su nombre ni el lugar donde viven para no perjudicar más a la pequeña. En la Ufam de Sant Joan de Déu atienden 300 casos al año de toda Catalunya. De ellos, consiguen confirmar como casos seguros de abusos una tercera parte. Otro tercio los descartan y en el resto quedan las dudas. Una realidad oculta que en Europa se estima puede afectar al 20% de los menores.

La unidad que coordina Marta Simó y en la que participan la psicóloga Agnès Mayoral, la pediatra Violeta Vallejo y la trabajador­a social Cristina Macías acoge a toda la familia, pero atiende solo al menor. El procedimie­nto procura proteger al abusado, no hacerle declarar una y otra vez, pero la conversaci­ón debe ser muy cuidada, que en ningún momento induzca la respuesta, que no pueda ser considerad­a luego una declaració­n contaminad­a que invalide el juicio contra el abusador.

La niña de 6 años siempre contó lo que había pasado de la misma manera y lo ha tenido que repetir unas cuantas veces, varias en el ámbito judicial, en un despacho inhóspito con un profesiona­l desconocid­o, lamenta su padre. “Pensábamos que un fiscal defendería a nuestra hija, que se haría cargo de todo. Pero no fue así. Llevamos un dineral en abogados para llevar a juicio el abuso que sufrió, que se añade al otro dineral que llevamos en psicólogos para intentar que nuestra hija recupere la normalidad”.

En la Ufam, “el único lugar donde recibimos ayuda experta”, les orientaron también sobre qué era lo principal para ella. Insistiero­n en que necesita entender lo que ha pasado, reconocer sus emociones.

La digestión de lo ocurrido a menudo no deja secuelas, aseguran las expertas. Es una vivencia que no hay que borrar, sino aprender a convertirl­o en algo más que ha pasado en tu vida. El entrenamie­nto que reciben es absolutame­nte individual­izado, porque cada caso es distinto, pero en conjunto se pretende que puedan entender qué es su intimidad, en qué consiste en términos prácticos eso de que tu cuerpo es tuyo, les enseñan a detectar cuando alguien hace algo que hace sentir incómodo. Y a decir expresamen­te NO a partir de la propia experienci­a. Y cómo decir ese no a un adulto mucho más grande y poderoso (“Si sigues se lo digo a mi madre”).

En Justícia hay una un servicio de Atenció a les Víctimes de Delictes (900 12 18 84) que tiene oficinas en Barcelona, Girona, Lleida, Tarragona y Tortosa. Si lo primero es poner una denuncia, allí deberían orientar también a las familias que creen que sus hijos han sufrido abusos. Atienden de lunes a viernes de 8 a 10 de la noche en cinco idiomas. Además de la Ufam, ofrecen ayuda a las víctimas en la fundación Vicki Bernadet. Y los Mossos d’Esquadra cuentan con un grupo de menores que puede orientar.

“Estamos volcados en nuestro proyecto familiar y ahora todos seguimos en el psicólogo dos años después. Nos ha trastocado toda la vida. Nos preguntamo­s tras esta experienci­a quién vela por quien no tiene dinero para psicólogos y abogados, quién protege a ese menor abusado si pertenece a una familia desestruct­urada o con problemas económicos”.

UN CASO QUE LLEGÓ A LA UFAM “Nuestra hija tardó dos meses en contarlo; a los 6 años estaba llena de rabia y ansiedad”

AMARGA EXPERIENCI­A “Llevamos un dineral en abogados y psicólogos; te ves desprotegi­do, en soledad”

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ANA JIMÉNEZ El equipo de expertas de la unidad de abusos del menor de Sant Joan de Déu acoge cada año un promedio de 300 casos

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