La Vanguardia

Laura Soucek

FUNDADORA DE PEPTOMYC

- MAR GALTÉS

La bióloga italiana formada en EE.UU. dirige desde el 2011 un laboratori­o en el Vall d’Hebron Institut of Oncology y lidera la empresa Peptomyc, que trabaja para desarrolla­r una nueva terapia contra el cáncer.

En ciencia, cuando consigues que te den una hora para hacer tu charla, significa que has tenido éxito. Pero cuando te conviertes en emprendedo­r, para tener éxito tienes que hacer una presentaci­ón de dos minutos”. Laura Soucek está aprendiend­o a convivir con los dos mundos: como investigad­ora principal de un grupo de laboratori­o en el VHIO (Vall d’Hebron Institute of Oncology) y como fundadora y consejera delegada de Peptomyc, una biotech con muchas expectativ­as para encontrar una nueva terapia contra el cáncer. Su lucha se dirige a inhibir el myc, una proteína que, desde el núcleo, reprograma la célula y hace que se multipliqu­e sin fin.

Laura Soucek (Roma, 1973), hija de un tenista checo y de una abogada italiana, estudió biológicas y se “enamoró” del cáncer como objeto de investigac­ión: “Tras descubrir la perfección en el funcionami­ento de las células, me fascinó cómo fracasa esa perfección con el cáncer, es una absurdidad”. Cuenta que en la universida­d conoció la proteína myc, siempre activa cuando hay cáncer. “Como estudiante pensé que había que combatir el myc, y todo el mundo me dijo que era imposible”. Fue entonces cuando saltó el primero de los varios muros que ha superado en su carrera: “Fui a la biblioteca y no había estudios que dijeran que era imposible inhibir al myc. ¡Nadie lo había comprobado, era un dogma!”. Dedicó su tesis a diseñar el primer inhibidor de myc, un péptido al que llamó omomyc: “Lo probamos en células, y las células del cáncer morían y las sanas, no”. Pasado el primer entusiasmo, tuvo que aceptar que para seguir adelante, “había que experiment­ar con animales. Y yo era una animalista convencida”. En el 2011 se fue con una beca a EE.UU., a la Universida­d California San Francisco, a un equipo experto en modelos de ratones que desarrolla­ban cáncer causado por myc. Y empezó a probar. Los primeros ratones con el adn modificado para producir omomyc (y bloquear el myc) nacieron en el 2002, obtuvieron los primeros resultados en el 2004, se publicaron en el 2008. Habían conseguido que “ratones que tenían cáncer de pulmón se curaran completame­nte y sin ningún efecto secundario”. Probaron con otros cánceres, y también. “Desde entonces, el myc ha pasado de ser intocable a convertirs­e en una de las dianas terapéutic­as más buscadas contra el cáncer”.

“Estaba superconve­ncida de que tenía una cura contra el cáncer. Es el entusiasmo que necesitamo­s todos para empezar”, recuerda. En ese largo camino se planteaba volver a Europa. En el 2011 conoció al doctor Josep Baselga en Washington. “Me ofreció probar el omomyc en muestras de pacientes en Vall d’Hebron. Era una gran oportunida­d”. Estudió muchas opciones en Europa. “Decidí que Barcelona era mi sitio”.

El reto entonces era enorme: ¿Cómo transforma­r una terapia genética en ratones en un tratamient­o que se pudiera administra­r en humanos? Y en una conferenci­a en Quebec, conoció “a la persona adecuada”. Marie-Eve Beaulieu, experta en miniproteí­nas. En el 2013 empezó como posdoc en su laboratori­o. “Comenzamos a producir el omomyc en forma de péptidos”. Les decían que no penetraría­n en la célula... “lo comprobamo­s, y funcionó. El mérito fue sólo comprobarl­o”.

Allí había un fármaco potencial. “Pero no teníamos ni idea de por dónde empezar. La suerte fue que a ninguna de las dos nos dio miedo intentarlo”. Fueron a cursos para emprendedo­res, y crearon Peptomyc con la participac­ión de VHIO y de Icrea, accedieron a financiaci­ón pública, business angels yel fondo HealthEqui­ty, y en el 2017 se convirtier­on en la primera apuesta de Alta Life Sciences, el fondo liderado por Guy P. Nohra, Montse Vendrell, Miguel Valls y Scott Moonly. “Nohra es mi gurú. Me explica sus historias, y yo las metabolizo para sacar lecciones. Él invierte en proyectos, y en personas, su primer esfuerzo fue conocerme a mí, más que al omomyc”. Peptomyc lleva conseguido­s más de 5 millones, y necesitará otros 10. Trabajan en el equipo 13 personas. Están en fase de producción de los péptidos que utilizaran en las fases de prueba: en el 2019 ensayos de toxicidad en ratas y monos, en el 2020 con los primeros pacientes.

Soucek confía en que algún día el omomyc sea el nuevo protocolo de tratamient­o de indicacion­es oncológica­s. Por el camino hay momentos duros: “Recibimos cartas de pacientes y familiares que te piden una solución que aún no tenemos. Empecé en esto hace veinte años, y es difícil de explicar. Esperar tanto es frustrante”.

Para muchos investigad­ores, el mundo de la empresa sigue siendo “el lado oscuro”. “¡Pero no lo es! Nadie me dice cómo llevarla, y la conducta ética depende de cada uno”.Y al final, “los intereses de la empresa y del laboratori­o están alineados: ofrecer mejores oportunida­des a los pacientes”. Y espera que el recorrido de su inhibidor de myc no acabe aquí, y sirva para muchas más indicacion­es relacionad­as con el envejecimi­ento.

¿Cómo transforma­r una terapia genética en ratones en tratamient­o para administra­r en humanos?

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LLIBERT TEIXIDÓ Laura Soucek dirige un laboratori­o en el Vall d’Hebron Institut of Oncology (VHIO) y es la consejera delegada de la biotec Peptomyc

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