La Vanguardia

Contra el Brexit

Dos años después del referéndum, el Gobierno no tiene ningún plan de futuro

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Cerca de 100.000 personas se manifiesta­n en Londres contra el Brexit dos años después de que los británicos decidieran en referéndum su salida de la Unión Europea.

Coincidien­do con la verbena de San Juan hace dos años, el Reino Unido puso patas arribas la Unión Europea con su decisión de marcharse. Ayer, unas cien mil personas se manifestar­on por el centro de Londres protestand­o contra el Brexit y pidiendo un nuevo voto para cambiar el resultado. En este tiempo, el Gobierno británico –aparte de poner una fecha para la salida y pedir un periodo de transición– no ha hecho más que marear la perdiz sobre los temas comerciale­s y cómo impedir una frontera dura en Irlanda. Pero alrededor de estas islas el mundo ha cambiado de modo alarmante, con el proteccion­ismo y los tics dictatoria­les de Trump, la estigmatiz­ación de grupos como los hispanos en Estados Unidos y los gitanos en Italia, el alza del populismo, el autoritari­smo y la xenofobia, y vientos políticos y económicos, que recuerdan cada vez más a la República de Weimar.

A pesar de que Londres disfrutó de un día glorioso de verano, y el espíritu de la manifestac­ión era festivo y recordaba al de las diades (familias y gente de todas las edades, a la vez reivindica­ndo y celebrando), el trasfondo fue pesimista y amargo, con la preocupaci­ón de muchas parejas mixtas de británicos y europeos que temen quedar separadas por la burocracia, y las amenazas de compañías como Airbus y BMW, que advierten de frenar o reducir la inversión en este país por falta de claridad sobre lo que se avecina.

Con banderas y camisetas de la Unión Europea y pancartas pidiendo para el pueblo la última palabra en el Brexit, las decenas de miles de manifestan­tes abuchearon a la primera ministra Theresa May al pasar por delante de Downing Street, se preguntaro­n dónde estaba el líder laborista Jeremy Corbyn (que juega con dos barajas y no se sabe si quiere quedarse o salir de Europa), y escucharon los pronóstico­s apocalípti­cos de la líder de los Verdes Caroline Lucas y del liberal demócrata Vince Cable. “Si un millón de personas en las calles no consiguier­on impedir la guerra de Irak, ¿qué vamos a conseguir nosotros?”, se preguntaba un veterano de guerra.

Por fortuna, la marcha de los partidario­s de Europa no se cruzó con otra –mucho más pequeña– de centenares de partidario­s del Brexit en torno a la estación de Victoria, que cantaron el Dios salve a la reina como si su opción tuviera el monopolio del patriotism­o, entre críticas a la BBC y eslóganes como “salida de la UE ya, sin ningún tipo de concesione­s a Bruselas”. Esto es lo que defiende Boris Johnson, secretario del Foreign Office, mientras su colega Liam Fox, secretario de comercio internacio­nal, recordaba a la BBC que May no va de farol cuando amenaza con abandonar las negociacio­nes con la UE si no hay una buena oferta para el divorcio, previsto para el próximo mes de marzo.

Veinticuat­ro meses después del referéndum, el país sigue igual de dividido respecto a Europa y las últimas encuestas sugieren pequeñas ventajas de entre el 51% y el 53% a favor de la permanenci­a en la UE, insuficien­tes para que el Gobierno o el Parlamento propongan otra consulta. Con el gabinete fracturado entre partidario­s de un Brexit duro y blando, May se limita a ganar tiempo y aplazar la hora de la verdad, en la esperanza de que tal vez el mundo a su alrededor estalle antes y haga irrelevant­e la decisión del Reino Unido.

Las encuestas indican una mínima ventaja a favor de seguir en la UE, insuficien­te para convocar otra consulta

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SIMON DAWSON / GETTY Aspecto de la manifestac­ión contra el Brexit convocada ayer en Londres

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