Migrar por amor
Migrar por amor devalúa el capital laboral y social de las mujeres cualificadas
Muchas mujeres sufren subempleo o acaban de amas de casa al migrar con su pareja.
Enamorarse de un extranjero que vive en otro país resulta muy costoso en términos profesionales y sociales para las mujeres cualificadas. Al menos eso es lo que se desprende de diversas investigaciones del Plan Nacional de I+D+i dirigidas por Jordi Roca, del Departamento de Antropología de la Universitat Rovira i Virgili (URV), sobre migraciones por amor y parejas hetereosexuales mixtas o binacionales.
El grupo de investigación de Roca ha seguido durante más de una década el devenir de un grupo de mujeres, con titulación universitaria y buenos empleos, que en un momento dado conocieron a un hombre de otra nacionalidad y decidieron iniciar con él una relación que las llevó a emigrar al país de su pareja. Algunas son mujeres que emigraron desde España a lo que los investigadores llaman el “sur global” (países de América y de África, fundamentalmente). Otras son profesionales de ese “sur global” que inmigraron a España. Pero unas y otras comparten el hecho de haber relegado a un segundo plano sus proyectos laborales, primando los de sus cónyuges, para poder continuar una relación sentimental.
Y la conclusión, según los antropólogos de la URV que han seguido su trayectoria, es que esa decisión ha tenido un impacto muy negativo en sus carreras profesionales, ha aumentado la carga de trabajo doméstico de estas mujeres y, en los casos más extremos, ha significado la transformación de una profesional cualificada en un ama de casa y el pasar de ser una mujer financieramente autónoma a ser dependiente de su marido.
Roca, que recientemente participó en las II Jornadas Interuniversitarias Amor y Felicidad desde las Ciencias Sociales en la Facultad de Economía y Empresa de la Universitat de Barcelona (UB), enfatiza que una de las primeras cuestiones que llamó la atención de los investigadores es el razonamiento de estas mujeres a la hora de decidir cuál de los miembros de la pareja deja el empleo y traslada su residencia para poder vivir juntos. “Explican que si es él el que se mueve sólo logrará ‘trabajos de inmigrante’ siendo un profesional bien cualificado, sin plantearse que a ellas les ocurrirá igual, lo que hace pensar que se mantiene un planteamiento muy tradicional de pensar primero en ellos, de primar el trabajo masculino en base al tradicional reparto de tareas producción-reproducción, y que se sigue relegando el trabajo remunerado de las mujeres a un papel secundario”, explica.
Roca asegura que todavía está mal visto, incluso en sociedades que han avanzado mucho en igualdad como la española, que la mujer anteponga el trabajo a otros ámbitos de la vida, como las relaciones sentimentales, lo que contribuye a que la carrera laboral siga siendo para muchas profesionales secundaria cuando se confronta con la posibilidad de estar con la persona que les gusta o con la opción de ser madres.
Detalla que, entre las mujeres analizadas en sus investigaciones, esa decisión de supeditar el trabajo al amor y migrar ha significado una devaluación de su capital laboral y social. A nivel social y cultural, porque han dejado sus territorios y sus entornos para trasladarse a una sociedad distinta a la que se han incorporado a través de la red social y familiar de su pareja,
CONSECUENCIA DEL TRASLADO Sufren subempleo y a menudo acaban como amas de casa, a expensas del marido
con lo que ello supone de pérdida de independencia personal y de vulnerabilidad en caso de que la relación sentimental fracase.
Y desde el punto de vista laboral, la migración ha supuesto una mengua de la perspectiva de desarrollo laboral, una reorientación de la carrera, y con frecuencia la aparición del subempleo o el desempleo, con la consiguiente disminución de ingresos para todas ellas, si bien las razones de ese quebranto son algo distintas para las españolas que emigran que para las mujeres del “sur global” que vienen a España.
En el caso de estas últimas, la primera barrera para continuar con su carrera profesional es lo- grar la convalidación de sus titulaciones –un trámite cada vez más difícil y largo–, y superar los prejuicios que ocasiona el proceder de países considerados “menos desarrollados”, de modo que al final “acaban trabajando en otros sectores o en el suyo pero en categorías inferiores a la que desempeñaban en su país”, comenta Roca.
Y agrega que “a ello se suma que muchos de los hombres españoles con los que se casan desincentivan que se incorporen al mercado laboral porque precisamente eligieron emparejarse con mujeres de sociedades más tradicionales con la aspiración de priorizasen la actividad doméstica y la crianza de los hijos”.
En el caso de las profesionales españolas que emigran a países del “sur global”, a menudo se encuentran con sociedades donde no está bien visto que las mujeres casadas trabajen si no es por falta de recursos económicos, “y como suelen emparejarse con hombres cualificados y con empleos bien remunerados, se acaban mimetizando con la sociedad de acogida, con el en- torno en el que se integran, y terminan ejerciendo de amas de casa”, resume Roca.
A ello contribuye, en muchos casos que la migración se produce en plena edad reproductiva y las afectadas aprovechan el parón laboral forzoso que implica el traslado o la carencia de un trabajo acorde con su formación para ser madres. La maternidad, a su vez, aumenta la carga de trabajo doméstico, las responsabilidades familiares, y al final contribuye a que asuman más fácilmente su transformación desde profesionales autónomas hasta amas de casa dependientes, como ocurre también con otras muchas profesionales que, sin haber migrado, interrumpen o abandonan su carrera para poder dedicarse mejor al cuidado de los hijos.
Roca explica que hasta no hace mucho las mujeres no aparecían en los análisis sobre los procesos migratorios, aparecían como sujetos pasivos o se daba por hecho que migraban por motivos económico-laborales, en busca de una salida a su pobreza. Sin embargo, el aumento de los matrimonios transnacionales pone de manifiesto que también lo hacen por otras razones, como las emocionales, y la conclusión de sus investigaciones es que, sea cual sea la motivación, la migración siempre tiene consecuencias negativas en su carrera laboral.
LOS OBSTÁCULOS
Aquí cuesta convalidar títulos, y hay sociedades donde aún opera ‘mujer bien casada no trabaja’