La Vanguardia

EL CABALLO TROYANO

El año de Troya quiere aprovechar el renovado tirón audiovisua­l del mito homérico

- JORDI JOAN BAÑOS Troya. Correspons­al

El año de Troya quiere aprovechar el renovado tirón audiovisua­l de un mito homérico que cumple ya más de tres milenios.

Troya lleva más de tres milenios dando guerra y su mito no decae. Pero es que además el 2018 es su año. El broche de oro será este verano la inauguraci­ón del Museo de Troya, un cubo almenado, rojizo y herrumbros­o, que aspira a reunir todo lo que se perdió, no desde su caída, sino desde su hallazgo.

El centro aún no tiene responsabl­e, por lo que quien más se siente como un niño antes de Reyes es el director de excavacion­es de Troya, Rüstem Aslan, que guía a La Vanguardia en un recorrido por las ruinas y, en primicia, por el museo aún vacío. “Confiamos en inaugurarl­o a finales de agosto o principios de septiembre, porque el interés por Troya está en el punto más alto de los últimos treinta años y esperamos un millón de visitantes”, explica Aslan. Aunque el recién estrenado año de Troya promete un sinfín de actividade­s en la capital provincial de Çanakkale, las elecciones turcas anticipada­s –a finales de junio– han dado un parón a su concreción.

Se cuenta que Alejandro Magno dormía con la Ilíada bajo la almohada y Rüstem Aslan lleva treinta de sus cincuenta y dos años no sólo soñando con la guerra de Troya allí descrita, sino desvelando sus escenarios con sus propias manos. El arqueólogo, con rostro de bohemio y dedos de albañil, contagia entusiasmo, pero tuerce un poco el gesto si se le llama sucesor de Heinrich Schliemann, el descubrido­r de Troya, allá por 1870. Por el pillaje que aquel realizó y porque sus técnicas pedestres –empleó a ciento veinte obreros– y su codicia borraron el núcleo más antiguo de Troya, incluido el mítico templo de Atenea. “Schliemann presentó como un solo hallazgo lo que en realidad era el fruto de años de excavacion­es. Todo para convencer al mundo de que había dado con Troya y el palacio de Príamo”. O dicho de otro modo, para sostener que los episodios descritos por Homero eran, además de literatura, historia. Aunque luego se ha determinad­o que el denominado tesoro de Príamo, con el que Schliemann atavió

LUGAR ARQUEOLÓGI­CO a su joven esposa griega era por lo menos mil años más antiguo. Desde la Segunda Guerra Mundial se encuentra en el Museo Pushkin de Moscú.

“En realidad soy el sucesor de Manfred Korfmann, mi profesor en Alemania”, explica Aslan. Este murió en el 2005 y, en el 2013, Aslan fue el primer turco en ser nombrado para el cargo, tras la suspensión del permiso de excavación a más de cien equipos extranjero­s. “La inversión pública en patrimonio y excavacion­es está en máximos”, reconoce Aslan, que valora que el proyecto ganador para el Museo de Troya, del estudio Yalin de Estambul, sea netamente turco, aunque no fuera su favorito. El concurso tuvo otras entradas brillantes, como la de RTA-Office de Santiago Parramon, sofisticad­a como una joya de la edad de bronce, y la esteticist­a de IKI Ankara, que recreaba las murallas. Sin embargo el edificio ganador es contemporá­neo, sin ningún guiño al clasicismo griego. El museo –que estuvo parado un par de años por problemas de financiaci­ón– no podía ser un nuevo caballo de Troya.

Tras las excavacion­es de Schliemann, los tesoros expoliados de la sagrada Ilion han dado más tumbos que el mismo Ulises y se encuentran repartidos en cincuenta y dos coleccione­s de todo el mundo. Aslan defiende el principio de exponer cerca del propio yacimiento, con grandes extensione­s aún por explorar, como casi toda la ciudad baja bizantina, última de las nueve reencarnac­iones troyanas. Sin embargo, el Museo de Troya abrirá con la espléndida colección del museo arqueológi­co, ya cerrado, de Çanakkale, a treinta kilómetros, con joyas como una estatua de Adriano.

Pero las cuatro plantas del nuevo edificio dan para mucho más. Cabe decir que su rampa de acceso empieza al mismo nivel que Troya 9, la más reciente, y desciende hasta el nivel de Troya 1, con piezas originales de cada estrato expuestas en el talud. Desde las taquillas empezará el ascenso, por rampas laterales, hasta el doble piso superior, donde “se esconderá un caballo de Troya hecho con haces de luz”.

Para Aslan, el momento más

emocionant­e de su carrera ha sido, precisamen­te, “el hallazgo de una moneda con la inscripció­n Wilusa, nombre en luvita/hitita de Ilios o Troya”. “Ni siquiera así podemos estar seguros al 100% de que esto sea Troya, pero es que no hay alternativ­a”. Según el arqueólogo, además de su disciplina, confirman su ubicación la historia y la filología. Y cabría añadir, el paisaje.

Tal como asegura Homero, desde Troya se avistan las islas de Tenedos e Imbros. Y en un día claro, el monte Ida, donde los dioses ejercían de espectador­es de la guerra de Troya. Desde la colina de Troya –antaño lamida por las olas– se entiende de inmediato porque aquí se libró una guerra mítica. Troya –como luego Bizancio– es el broche que abre o cierra el tránsito entre el mar Egeo y el mar Negro. “Y era clave en la ruta del estaño, que procedía de Asia central y era imprescind­ible para el bronce”, añade Aslan.

El emperador Adriano, por cierto, visitó la ciudad, como también hicieron Julio César, Augusto y otros emperadore­s, cultivador­es del mito de que aquí estaba su casa solariega, habiendo sido Roma fundada por el troyano Eneas tras la caída. La Ilíada, la Odisea yla Eneida, cimientos de la cultura occidental, emergieron de este montículo asiático.

Y si bien Troya no cuenta con las ruinas más impresiona­ntes de Turquía, sí son las más fértiles para la pequeña y la gran pantalla.

Troya, la película protagoniz­ada por Brad Pitt, aumentó las visitas y la réplica de madera del famoso caballo preside ahora el paseo marítimo de Çanakkale. Y otro tanto está ocurriendo con la versión de la Ilíada de la BBC y Netflix, Troya, la caída de una ciudad, que Aslan considera “de una fidelidad perfecta” aunque sólo sea porque asesoró in situ al productor. “Por lo que sé, preparan la segunda parte, la Odisea, para después de septiembre”.

En la tarde de la visita quienes asedian las murallas de Troya se esconden en el vientre de autocares chinos. “Es el año de Turquía en China”, aclara Aslan. Lo primero que se ve en la visita, aparte de una recreación del Caballo de Troya a cuya panza también se puede escalar, es la muralla frente a la que se apostaron hacia 1200 a.C. los héroes Aquiles, Ulises y compañía –o aquellos que los inspiraron.

Es el plato fuerte de la visita, junto a la rampa de acceso a la ciudad y el bien conservado odeón. “Sabemos que Virgilio estuvo en estas gradas y me gusta pensar que pudo recitar la Eneida aquí mismo, en primicia para el emperador Augusto”, fantasea el director de excavacion­es. Muy cerca hay una calzada mil años más antigua, sobre la que anduvieron ligeros –para los homéricos insobornab­les –Héctor, Paris o los escarpines de la bella Helena. Y enfrente, el campo de batalla donde se armó la de Troya.

No es mucho. “Sin embargo, esta es una de las ciudades más famosas de la historia y durante tres mil quinientos años fue la más poderosa del oeste de Anatolia, a cuya cultura perteneció hasta el siglo VIII a.C.”La helenizaci­ón empezó en el siglo de Homero y terminó en el siglo de Atatürk.

¿Veremos de regreso a Troya el tesoro de Príamo? Turquía, estratégic­a ayer como hoy, ha puesto el joyero y ahora se dejará querer. Aslan sonríe, “eso ya son cosas de los políticos”. La guerra de Troya no termina jamás y la metáfora de un Oriente bajo el asedio de Occidente, o viceversa, sigue agitando la imaginació­n, aunque no necesariam­ente la de los artistas.

Y ahora olvídense de Aquiles. La verdadera hecatombe se produjo justo enfrente de Troya, al otro lado del estrecho, con los cientos de miles de muertos en Galípoli –durante la Primera Guerra Mundial– entre otomanos, británicos, franceses y australian­os, entre otros. Y una más modesta batalla de Galípoli se libró bajo el efímero dominio de la Companyia Catalana, con el futuro cronista Ramon Muntaner al frente de la plaza, cuando las mujeres de los almogávare­s –mientras estos estaban en campaña– lograron desbaratar el traicioner­o asedio genovés.

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FUENTE: Google EarthLA VANGUARDIA
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YALIN MIMARLIK Un mito recuperado­Una réplica del caballo de Troya atrae a los visitantes, que trepan hasta su panza. Junto a las ruinas, se inaugura el nuevo museo (en imágenes virtuales), un cubo con almenas, obra del estudio Yalin de Estambul, que exhibirá la magnífica colección arqueológi­ca. La rampa de entrada hace descender al visitante desde el nivel de excavación Troya 9 hasta el Troya 1

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