Muharrem Ince se destapa y es capaz hoy de disputar el poder a Erdogan
Habrá segunda vuelta en Turquía si ningún candidato supera el 50% de votos
Pase lo que pase este domingo, nada volverá a ser igual en Turquía porque Erdogan ha encontrado un rival. No en el ejército, no en las grandes familias del empresariado o la burocracia con raíces en los Balcanes, no en potencias rivales o aliadas, sino en el propio tablero político turco y en buena liza. Una excelente noticia para una democracia nuevamente sometida a fuertes presiones.
La oposición turca, desarbolada durante una década y media por méritos propios y ajenos, parece haber encontrado en Muharrem Ince –el candidato del laicista CHP– su banderín de enganche. Su mastodóntico mitin de fin de campaña en Estambul –frente al mar de Mármara, en Maltepe– galvanizó ayer a cientos de miles de simpatizantes, como colofón a su capacidad de arrastre en Ankara y Esmirna.
Una multitud que confía en que Tayyip –es decir, Erdogan– no supere el 50% de los votos en las presidenciales, forzándolo a una segunda vuelta el 8 de julio. Los otros dos grandes candidatos opositores han ido desdibujándose, uno en la cárcel –el kurdo Selahattin Demirtas– y la otra, Meral Aksener, a lo largo de la campaña, en un país de cultura política machista.
Al convocar elecciones anticipadas, Recep Tayyip Erdogan contaba con pillar a contrapié a la oposición. Nadie, ni el propio CHP, imaginaba que el improvisado Ince iba a crecer como la espuma en campaña. No en vano, este chispeante profesor de física llevaba dieciséis años calentando escaño y varios intentos infructuosos de arrebatarle la secretaría general al anodino Kemal Kiliçdaroglu.
Ince ha logrado poner al presidente Erdogan a la defensiva, retándolo insistentemente a un cara a cara televisivo que los asesores de este han logrado que rehúya, para no ponerse al mismo nivel. El animal político que es Erdogan lo entiende, pero sus reflejos de chico del Cuerno de Oro lo aguantan con gran dificultad y ha consumido los últimos mítines llamando cobarde a Ince por motivos peregrinos. En caso de pasar a la segunda vuelta, Ince recibiría el apoyo de los otros partidos que conforman la Alianza Nacional para la Asamblea. Aun así, sustraerle la mayoría absoluta a la Alianza Popular de Erdogan en la cámara parece un objetivo más factible que desbancarlo de la presidencia.
La heterogénea Alianza Nacional sólo comparte plenamente dos o tres cosas: la aversión a la deriva autoritaria de Erdogan, la garantía de separación de poderes e independencia judicial y la prisa por devolver a Siria a tres millones de refugiados. Su otra prioridad, la revocación del nuevo sistema presidencialista, no es dogma de fe para los islamistas del Partido de la Felicidad.
Cabe decir que la televisión pública ofrece doce veces más cobertura de Erdogan que de Ince, mientras que los demás candidatos son ninguneados. Anteanoche, en antena, Erdogan defendía la supresión de la figura del primer ministro poniendo el ejemplo
La oposición confía en desfondar la mayoría absoluta del AKP en una Asamblea disminuida
de EE.UU. así como otros rasgos de su modelo superpresidencial refiriéndose a Francia, Rusia o Corea del Sur. De modo más inquietante, aludiendo también al fundador de la dinastía mongola y a caudillos turcófonos de la Edad Media.
Erdogan terminaba ayer sus mítines con la “rabia”, un guiño a su vocación inconfesa de califa de la umma televisiva porque internet le supera. La rabia es el gesto con cuatro dedos que los Hermanos Musulmanes popularizaron en la plaza Rabia (cuatro, en árabe) de El Cairo, antes de ser masacrados por el golpista Al Sisi.
Pase lo que pase, el abismo sociocultural y socioeconómico entre los asistentes a un mitin del CHP y del AKP –dos continentes distintos– seguirá siendo un mar a achicar para el ganador.