La Vanguardia

No hay ‘plan Torra’ a la vista

El episodio del Rey en Tarragona no ha alterado la ‘operación distensión’ de Sánchez, mientras el independen­tismo que lideran Puigdemont y Torra se esfuerza en combatir la idea de que compra una agenda autonomist­a.

- Rajoy Pedro Sánchez José Montilla– Carles Puigdemont Iceta. Quim Torra, Mariano Miquel SIN PERMISO Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

La presencia del Rey en la inauguraci­ón de los Juegos del Mediterrán­eo en Tarragona ha propiciado un ejemplo claro de la desorienta­ción que sufre el actual equipo dirigente del Palau de la Generalita­t. El president, mantuvo su indecisión durante varios días sobre si plantar o no al Monarca para finalmente acudir, al tiempo que anunciaba una ruptura de relaciones con la Corona. Una vez desbancado de la Moncloa y con

aún en periodo de gracia, una parte del independen­tismo ha decidido concentrar sus críticas en la figura del jefe del Estado y en la monarquía como un motivo más para la separación. Siendo así, la Corona no debería desdeñar la creciente “desafecció­n” –como diría que una mayoría de catalanes demuestra hacia esa institució­n.

El choque institucio­nal entre la Generalita­t y la monarquía se veía venir. Pero el Gobierno de Sánchez ha reaccionad­o con mucha cautela y grandes dosis de flema. Es una prueba de que el socialista no desea que las expectativ­as se frustren demasiado pronto por más escenifica­ción y aspaviento­s que protagonic­e el president. El episodio del Rey evidencia que una parte del Govern fue diseñado por pensando en un escenario de mayor acritud. Así pues, la operación distensión sigue su curso.

El guion del PSOE se parecerá a la declaració­n de Barcelona que hace casi un año firmaron Sánchez –cuando nadie creía ni por asomo que llegaría a la Moncloa– y el primer secretario del PSC,

En ese documento se recoge desde la voluntad de garantizar el respeto al modelo de escuela catalana, el incremento de las inversione­s en la línea de lo establecid­o en el Estatut, la participac­ión de la Generalita­t en políticas de inmigració­n, una financiaci­ón sometida al principio de ordinalida­d, el reconocimi­ento de la pluralidad lingüístic­a por ley orgánica y, finalmente, la reforma constituci­onal.

Está claro que Sánchez no tiene intención de ejecutar esa agenda en dos años. De hecho, ya ha anunciado que ni siquiera cree que haya tiempo para cambiar la financiaci­ón. Sólo pretende dar los primeros pasos en esa línea y cambiar el discurso hacia Catalunya, además de propiciar a través de la Fiscalía un desenlace lo menos traumático posible para los políticos encarcelad­os. Como se desprende de la encuesta que hoy publica La Vanguardia, la izquierda no puede aspirar a gobernar en España si los catalanes le dan la espalda.

¿Y cuál es el plan del independen­tismo? Es la pregunta del millón. Torra acudirá en pocos días a la Moncloa. La consellera Elsa Artadi, mano derecha de Puigdemont en el Palau de la Generalita­t, ya ha avisado que el president no piensa presentars­e ante Sánchez “para hablar de Rodalies”, sino que le reclamará “el derecho de autodeterm­inación”. Pero una vez rechazada esa pretensión por parte del jefe del Ejecutivo central, ambas partes coinciden en que el encuentro tenga algo más de contenido. Así que se discutirá sobre la recuperaci­ón de las leyes de carácter social que fueron recurridas por el Gobierno del PP al Constituci­onal y suspendida­s.

ERC ha definido sus prioridade­s: propiciar las mejores condicione­s para que sus dirigentes presos sean excarcelad­os lo antes posible y gobernar sin prisas hasta lograr que la mayoría social a favor de la independen­cia sea inapelable. Pero el sector liderado por Puigdemont vive un dilema que le mantiene estancado. No hay ningún plan después de años aferrados a detalladas e incuestion­ables hojas de ruta.

El único plan era enfrentars­e a todo lo que representa­ba Rajoy para buena parte de la sociedad catalana, a la espera de una oportunida­d para convocar elecciones y dar la campanada. Pero el Gobierno del PP se ha desvanecid­o de repente. Por un lado, este sector del independen­tismo vive como una traición cualquier signo de retorno a la normalidad y a la negociació­n de una agenda que pueda considerar­se autonomist­a. Por el otro, la vía unilateral está cegada después de los acontecimi­entos de octubre. Así que, a falta de un proyecto definido a corto plazo, se opta por llenar el vacío narrativo con una gesticulac­ión exagerada. A menos política, más simbolismo.

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ÀLEX GARCIA Sánchez y Torra durante la inauguraci­ón de los Juegos Mediterrán­eos, el viernes en Tarragona
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