La Vanguardia

Santos y Salazar, de nuevo

Hace poco más de un año, Pedro Sánchez ganó las primarias socialista­s con la ayuda de un reducido grupo de personas que le han vuelto a auxiliar en las labores de ‘fontanería’ de la reciente moción de censura a Mariano Rajoy

- CUADERNO DE MADRID Enric Juliana

Santos y Salazar reaparecen. Podrían ser dos nombres en clave. Podrían ser dos personajes de un libro de Antonio Muñoz Molina ambientado en la posguerra. Escribo su nombre y me viene inmediatam­ente a la cabeza la novela Beltenebro­s. No sé por qué. Quizá porque hubo algo de clandestin­o en la primera misión de Santos y Salazar: apuntalar la candidatur­a de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, cuando todo parecía perdido.

Santos Cerdán (Milagro, Navarra, 1969) y Francisco Salazar (Montellano, Sevilla, 1968) tuvieron un papel importante en aquellas elecciones internas pensadas para hundir a Sánchez en las arenas movedizas del Tiempo Muerto. Nueves meses desde la defenestra­ción (septiembre del 2016) hasta la votación (mayo del 2017), esperando que la gente se olvidara de aquel insensato que decía “no es no” a la investidur­a de Mariano

Rajoy. Parece que haya pasado un siglo. Santos y Salazar compartier­on piso en Madrid y se encargaron, entre otras labores, de coordinar la recogida de avales, mientras el alcalde de Jun (Granada), José Antonio Rodríguez Salas ,el mago de Twitter en España, conseguía programas informátic­os de Estados Unidos para monitoriza­r la campaña al minuto. Dijeron que tenían treinta mil avales y el día de la verdad presentaro­n sesenta mil. Parecía que todo estaba improvisad­o en la escuálida candidatur­a del secretario general derrocado y disponían del más sofisticad­o instrument­o de análisis de las opiniones de la base socialista. Sabían cada día qué tecla debían tocar. Cuando la gente de Susana Díaz se dio cuenta ya era demasiado tarde. Santos y Salazar estuvieron al pie del cañón. Les movilizó Francisco Toscano, alcalde de Dos Hermanas, ciudad señera de la periferia sevillana, convencido desde el primer momento de que Sánchez era la única solución para evitar una lenta agonía del PSOE en beneficio del dinamismo urbano de Podemos. Quico Toscano, amigo del primer Felipe González, ha sido el gran protector del actual presidente del Gobierno. Siempre en la sombra.

Santos y Salazar también han tenido su papel en la caída de Rajoy. Miembros ambos de la actual ejecutiva socialista, han estado en la sala de máquinas de la moción de censura. El navarro Santos Cerdán, con una misión muy especial, que requería la máxima discreción: mantener un contacto permanente con el Partido Nacionalis­ta Vasco. Contra lo que pudiera parecer más lógico, Sánde chez no recurrió a los dirigentes del Partido Socialista de Euskadi para tomar el pulso al PNV. Prefirió la vía navarra a un PSE-PSOE que siempre ha tenido línea directa con Alfredo Pérez Rubalcaba. Santos mantenía relaciones con los nacionalis­tas vascos desde que ejerció de secretario de organizaci­ón de los socialista­s navarros. Su gestión no fue conocida por los demás miembros de la ejecutiva socialista hasta después de la votación de la moción de censura. En la nueva etapa, Santos seguirá en Ferraz, cuidando de la organizaci­ón del partido. Salazar, antiguo concejal de Dos Hermanas, pasa a formar parte del gabinete del presidente del Gobierno, como responsabl­e de análisis político, al lado del jefe de gabinete, Iván Redondo.

El alcalde Toscano rememoró hace un año en este diario el momento en que Sánchez, abandonado por casi todos, estuvo a punto de tirar la toalla (véase La Vanguardia del 16 de julio del 2017). Las arenas movedizas del Tiempo Muerto estuvieron a punto de tragárselo. La estrategia de desgaste pudo surtir efecto. Hoy las cosas serían bastante distintas. Con Susana Díaz al frente del PSOE no habría habido moción de censura tras la sentencia del caso Gürtel. El asunto de los ERE –pendiente ahora de sentencia– pesa demasiado sobre los hombros del socialismo andaluz. Sánchez, es cierto, estuvo a punto de abandonar. Reaccionó después de una larga conversaci­ón con José Luis Ábalos, actual ministro de Fomento, quien le recordó que las oportunida­des no suelen presentars­e dos veces. Las primarias socialista­s se celebraron el 22 de mayo del 2017. Un año después, el desahuciad­o Sánchez está en la Moncloa.

El alcalde Toscano no esconde su perplejida­d por la rapidez de los acontecimi­entos, sentado en un sillón del hotel Colón de Sevilla, mientras la televisión retransmit­e el encuentro entre Inglaterra y Túnez en el Mundial de Rusia. Se sincera: “En un primer momento he de confesar que no veía clara la moción de censura. Me parecía un movimiento demasiado arriesgado. Llamé a Pedro y se lo comenté. Él me respondió que no tenía otra opción. La sentencia de Gürtel estaba teniendo un tremendo impacto y era el momento de dejar claro que el PSOE está enfrente y no al lado del Partido Popular. Su razonamien­to tenía lógica. Y salió bien. Salió bien porque Rajoy se equivocó en los tiempos. Decidió convocar el debate de la moción lo antes posible, en una semana, para no dar tiempo al PSOE a tejer alianzas. Esa ausencia de negociació­n es la que hizo triunfar la moción”.

La Fortuna sonríe a Sánchez. Ahora habrá que ver qué tal le funciona la Virtud. En las primarias socialista­s, la gestora quiso ahogarle en las arenas movedizas del Tiempo Muerto y la tardanza le favoreció. Tuvo tiempo de labrar la imagen del hombre perseguido por los

Sánchez escogió la vía navarra para hablar con el PNV y encargó la más discreta negociació­n a Santos Cerdán

arriba. Se mimetizó de Podemos y conquistó a la militancia. Pronto hará un mes, Rajoy le facilitó la moción sorpresa. Tres o cuatro semanas de espera habrían sumergido la iniciativa socialista en un mar de maniobras.

La otra paradoja es Andalucía. Sánchez ha tenido sus principale­s adversario­s en Andalucía, pero sus más preciados apoyos también han sido andaluces. El alcalde Toscano lo sabe bien. En el nuevo Gobierno no hay cuota susanista. La vicepresid­enta Carmen Calvo , la ministra María Jesús Montero (Hacienda) y el ministro Luis Planas (Agricultur­a) no tienen voto de obediencia a la Junta. El nuevo delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez

Gómez de Celis, rompió con Díaz hace años, cuando ambos formaban parte del mismo plantel de jóvenes a la espera de promoción. Sánchez cuenta con su propia plataforma andaluza, pero el enfrentami­ento en estos momentos no beneficiar­ía a ninguna de las dos partes. El PSOE andaluz puede aprovechar el tirón de Sánchez para adelantar las elecciones autonómica­s al próximo otoño. Sánchez necesita que las cosas le vayan bien a Susana Díaz para enfocar con fuerza las municipale­s y el remate de la legislatur­a. Ahora se necesitan.

Todo empezó con Santos y Salazar.

 ??  ?? María Jesús Montero
María Jesús Montero
 ??  ?? Luis Planas
Luis Planas
 ??  ?? Carmen Calvo
Carmen Calvo
 ??  ?? Francisco Salazar
Francisco Salazar
 ??  ?? Santos Cerdán
Santos Cerdán
 ??  ?? Francisco Toscano
Francisco Toscano
 ??  ?? Alfonso Rodríguez Gómez de Celis
Alfonso Rodríguez Gómez de Celis
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain