¿Cuál es el telescopio ideal para iniciarse en astronomía?
Los telescopios ópticos no sólo permiten a los astrónomos observar los objetos celestes a gran resolución, sino que además nos permiten conseguir mucha mayor sensibilidad que la que tendríamos a simple vista, desvelándonos los astros más débiles. Recientemente, los telescopios se han convertido en un instrumento muy común en casa de los astrónomos aficionados y público en general. Pero, ¿cuál es el telescopio ideal para iniciarse en la observación del cielo?
Para empezar, debemos saber que hay telescopios que funcionan con lentes (refractores) y otros con espejos (reflectores) o combinaciones de ambas cosas. Sea cual sea, los dos parámetros que caracterizan un telescopio son el diámetro de su lente o espejo principal, y la distancia focal, la que existe entre esa lente y el punto donde se focaliza la luz. El primero nos indica la potencia del telescopio para captar luz. La distancia focal, en cambio, está relacionada con la capacidad de aumentar la imagen. Los aumentos finales nos los dará la combinación entre esa distancia y el ocular que usemos.
Otro punto igual o más importante que la óptica es el tipo de soporte o montura. Si tenemos paciencia y nos interesa poder hacer fotografías con el telescopio, nos conviene una buena montura ecuatorial. Si nos interesa sobre todo la observación visual, tal vez tengamos suficiente con una montura azimutal o incluso una de tipo Dobson.
Suele haber la creencia de que el telescopio, “cuanto más grande, mejor”. Pero lo importante de nuestro primer telescopio es que sea de buena calidad, fácil de usar y práctico. Si tiene una montura endeble, nos será muy difícil encontrar los objetos celestes. Si es demasiado grande, nos dará pereza sacarlo del armario. En la práctica, el telescopio con el que más disfrutaremos es el que más vayamos a usar.
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