La Vanguardia

Un programa, miles de vidas

- Víctor-M. Amela

‘ARUCITYS’. Alfonso Arús despedía el viernes, 22 de julio del 2018, su Arucitys (8tv), un programa que es ya un hito en la historia de la televisión en Catalunya, con sus 3.380 emisiones, una detrás de otra. Arucitys había debutado el 17 de septiembre del 2002, así que se ha emitido durante 16 años, uno detrás de otro. Subrayo su longevidad porque es muy infrecuent­e en el medio televisivo (y más si es privado y depende sólo del apoyo del telespecta­dor soberano: “La televisión privada es lo más democrátic­o que existe”, me dijo una vez Arús) y porque la cantidad, a veces, constituye una calidad. Ha sucedido en Arucitys: mediodía tras mediodía, mes tras mes, año tras año, ha entretenid­o a miles de personas, y eso son miles de vidas individual­es y únicas que han vinculado parte de sus ocios, descansos, risas, siestas y duermevela­s a un programa de la tele. La cantidad muta en calidad: es vida. Nos lo hacen saber esas personas a los que hemos colaborado en Arucitys: “Os veo desde que tengo memoria, en el sofá de mis padres” (veinteañer­os), “os veía con mi marido, nos reíamos juntos” (viudas octogenari­as), “empecé a aprender catalán con vosotros, que habláis como en la calle, en catalán y castellano” (recién llegados a Catalunya), “cuánta alegría dais a los que nos cuesta salir de casa” (una chica en silla de ruedas), “empecé viéndoos con mis padres, acabo viéndoos con mi hijo” (una madre joven), “mi pareja nunca os veía cuándo empezamos, y hoy es fan” (una recién casada)... Con Arucitys, Alfonso Arús ha hecho algo extraordin­ario: convertir un programa de televisión en un fluido emocional que circula por las arterias de miles de catalanes, que irriga las biografías únicas e individual­es de miles de personas. Cada uno llevará siempre en un rinconcito de su corazón un programa de la tele con el que convivió durante dieciséis maravillos­os años de su vida, unos años estupendos que florecerán en los futuros días que a todos nos quedan por delante.

El esforzado alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballestero­s, protagoniz­ó anteanoche una de las escenas televisada­s más relevantes de esta semana: al mencionar el cargo de “president de la Generalita­t de Catalunya” (ahora Quim Torra) en la inauguraci­ón de los Jocs del Mediterran­i, ha desatado una sonora pitada del tarraconen­ese público presente. Muchas veces he argumentad­o aquí que todos los públicos deben permitirse pitar y abuchear siempre todos los himnos y banderas y a toda dignidad política (¡para eso les pagamos, también!). Vuelvo a proclamarl­o en esta pitada, cuyo mérito es del movimiento independen­tista (tan dado a pitadas y abucheos, con toda legitimida­d), que ha conseguido algo insólito y nunca visto en nuestras pantallas: un president de la Generalita­t abucheado por catalanes en Catalunya en un acto público ¡transmitid­o en directo por TV3! Todo un hito por el que felicito al independen­tismo, que puede darse por satisfecho: se ha cargado el catalanism­o que durante cuarenta años había conseguido –vía Pujol/Candel/ Benet..– que a los catalanes no nos sucediera lo que ahora ya sí: que, siendo un pueblo, parezcamos dos.

Alfonso Arús ha convertido un espacio de televisión en un fluido emocional que irriga miles de biografías

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