La fe de Rovira Belloso
El teólogo catalán, fallecido a los 92 años, profundizó en el diálogo fe-cultura desde una actitud abierta y crítica
Su obra “constituye una aportación cultural de primer orden”. Lo dice el filósofo Eugenio Trias, amigo de Josep Maria Rovira Belloso. Y es uno más de los reconocimientos que sitúan a Rovira Belloso como uno de los teólogos de referencia. Su muerte la semana pasada ha validado el reconocimiento de su magisterio.
El actual decano de la Facultat de Teologia de Catalunya, Joan Planellas, remarca “los elementos nucleares de un verdadero maestro de teología”. Planellas destaca “la humildad intelectual; la fidelidad a las fuentes de la teología y con respecto a las mediaciones antropológicas; el diálogo fe-cultura desde una actitud abierta, crítica y activa; el diálogo fe-persona concreta, como finalidad esencial de la teología según el evangelio; y la interrelación profunda entre teología y pastoral”. Es decir, una teología hecha desde la Iglesia, pero en permanente contacto con el mundo y con las ciencias humanas. Y una teología comprensible en el mundo contemporáneo.
Rovira forma parte de una generación extraordinaria de teólogos catalanes, forjados en torno al concilio Vaticano II. Algunos, ya desaparecidos, como el obispo Pere Tena, el monje de Montserrat Evangelista Vilanova, Joan Bellavista, Josep Perarnau... y otros como Josep Gil, Antoni Matabosch o Salvador Pié. Josep Gil explica que precisamente “a la Iglesia le hacen falta teólogos como Rovira Belloso, que no conocía fronteras entre creencia e increencia y que supo establecer un diálogo fecundo entre ambos mundos”. Esta también fue una de las principales aportaciones en los textos aprobados por el concilio Provincial Tarraconense de 1995, en el que Rovira fue uno de los participantes destacados.
Salvador Pié, además de su magisterio, también explica cómo “su teología tenía en cuenta las diversas condiciones de la vida eclesial: los laicos, tanto en su etapa de consiliario de los graduados de Acción Católica como en la Fundació Joan Maragall, con tantas conferencias y charlas teológicas, catequéticas... y los diversos trabajos parroquiales; la vida religiosa, especialmente en las congregaciones religiosas con recesos, ejercicios...; y, finalmente, los presbíteros, como consejero incansable de curas, adultos y jóvenes, unido a la red presbiteral de la Unió Sacerdotal”. Esta dimensión fue especialmente relevante los veinte años que combinó la docencia con la colaboración en la parroquia periférica de Santa Maria del Gornal, en l’Hospitalet de Llobregat. Eso también hizo presente la preocupación social en su obra.
Pim Queralt, profesora de la Universitat de Barcelona y miembro del Padró, destaca como Rovira también estaba siempre disponible para la atención personal: “Un acompañamiento, una guía de búsqueda creyente, una formación teológica personalizada...” a personas de cualquier nivel cultural. Su ademán y andar de anciano, mucho antes de que lo fuera, ayudaba a esta proximidad entrañable con mosén Rovira.
Su ahijado, el conseller Antoni Comín, en una carta desde Bélgica reconoce a Rovira como “mástil” y “el jardinero de mi fe”. Y recuerda una frase del expresident Pasqual Maragall: “¿Se puede tener más fe en Dios que Rovira? ¡Imposible! Tanta como él, quizás sí, pero más que él es imposible”.
El lunes presidió el funeral de mosén Rovira el cardenal Lluís Martínez Sistach en la parroquia de Sant Raimon de Peñafort, con una iglesia llena y acompañado de casi un centenar de curas.
Pasqual Maragall: “¿Se puede tener más fe en Dios que Rovira? Tanta como él, quizás sí, más es imposible”