“El lector joven no se deja engañar”
Las dos últimas ganadoras del premio Carlemany, Laia Aguilar y Muriel Villanueva, reflexionan sobre la literatura juvenil
Los jóvenes son un público sincero, no se deja engañar, es muy agradecido”. La novelista y guionista Laia Aguilar resume así su experiencia con Wolfgang, la novela con que el año pasado ganó el premio Carlemany, que edita Columna. Y la ganadora de la presente edición con Rut sense hac, Muriel Villanueva, añade: “Nuestros libros plantean temas muy actuales que favorecen que los alumnos hablen de ellos y alienten debates en el aula”.
Las dos autoras afirman que sus libros son bien recibidos por los adolescentes porque salen de las lecturas obligatorias y tocan temas que les son próximos. Pero no son novelas sólo para jóvenes, cubren un amplio espectro de lectores y eso, en inglés, ya tiene etiqueta, es la literatura crossover.
¿Pero cuáles son esos temas? Aguilar explica que Wolfgang es un niño superdotado que creó a partir de la historia de un chaval que cuando sacaba un 9,5 se enfadaba, “se daba golpes contra la pared porque no había llegado al 10. No entendía cómo no había conseguido la nota máxima”. Villanueva, por su parte, hace protagonista a una chica, Rut, que de muy niña sufre un cáncer y le han de extirpar un riñón.
Las dos historias han tenido procesos distintos. En el caso de Wolfgang, “parto de una idea abstracta –dice la autora– y construyo la historia de un niño superdotado de 11 años, con un coeficiente de 152, con todas sus manías, también decido que la madre se muera al poco de empezar la historia y que él tenga que ir a vivir con un padre que le resulta un desconocido... Y ya basta, que ya estoy explicando más de la cuenta”. En cambio, en el caso de Rut sense hac, “yo no he inventado tanto –aclara Villanueva–. Una amiga mía algo mayor que yo me explica que le falta un riñón y me doy cuenta de que le es muy difícil contármelo. Entonces decido que lo convierto en una novela y que quien lo cuente sea una protagonista adolescente, no una mujer como mi amiga”.
Las dos coinciden en decir que, aunque son historias protagonizadas por adolescentes y que tienen buena aceptación en esa franja de edad, son para todas las edades. “Todos hemos sido adolescentes –reflexiona Villanueva-, por lo tanto podemos empatizar con los protagonistas”. Además, y aquí coinciden las dos, las situaciones que viven sus protagonistas “las podemos vivir a cualquier edad”.
Para hablar de los niños superdotados o de los cánceres infantiles, las dos se han documentado profusamente. Aguilar se asesoró con una psicóloga de niños superdotados, porque “aunque es un personaje extremo, tenía que ser verosímil”. En el caso de Villanueva, además, se ha servido del testimonio de Ros Perea para modelar el personaje de Rut Parera, de modo que la parte inventada también la ha consensuado “con ella para que fuera más creíble”, explica. Villanueva y Perea dan la mitad del dinero del premio y de los derechos de autor al SJD Pediatric Cancer Center Barcelona.
Premios como el Carlemany o como el Atrapallibres, en el que participan niños y adolescentes leyendo y decidiendo cuáles serán los ganadores, han dado mucha visibilidad a estos libros, “aunque sólo sean finalistas y no se lleven el premio”, aclara Aguilar. Eso favorece que las dos autoras visiten muchas escuelas y tengan encuentros con grupos escolares que han leído sus libros y se los comentan. “Aquí he llorado, aquí le habría dado una bofetada a Wolfgang”, dice Aguilar que le dicen los jóvenes que han leído su novela.
Como Rut sense hac se acaba de publicar, aún no ha cubierto este recorrido entre los lectores juveniles, pero la autora sí recuerda una experiencia similar con un libro anterior, Duna, también una historia de adolescentes con la transexualidad de trasfondo. “Estos temas generan empatía porque los adolescentes tienen amigos como Rut o como Duna y el libro sirve de educación emocional”, concluye Villanueva.
Las dos han sido profesoras de la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès y ya trabajan en nuevos proyectos crossover –quizás habrá un Wolfgang II y Villanueva publica nueva novela en otoño– porque consideran que estos libros “ayudan a fomentar la lectura y a esta edad es importante habituarlos a tomar ese hábito”. Con un punto de vergüenza, Aguilar recuerda el día en que en un colegio donde fue a dar una charla los niños la recibieron blandiendo los libros y coreando: “¡Wolf-gang, Wolfgang!”.
Los libros ‘crossover’ son bien recibidos por los adolescentes “porque tocan temas que les son próximos”
Para hablar de niños superdotados o de cánceres infantiles, las autoras se han documentado a fondo