Ambiciosa con fundamentos
Aunque sea una de las cantantes que están ahora mismo en la cresta de la auténtica ola, fue hace sólo dos años cuando esta adolescente de un industrioso pueblo de los Midlands apareció en la escena gracias a una pieza –una nana de Dizzie Rascal–en la que narraba el temor a la policía que experimenta actualmente la juventud negra británica. Algunos popes de la misma onda, como Drake o Kendrick Lamar, se rindieron a la evidencia de que allí había algo más que una voz ganadora, entrenada bajo parámetros clásicos, y que ahora finalmente puede mostrar en amplitud sus atributos musicales.
A sus 21 años recién cumplidos, Smith presenta un estreno discográfico grande con ideas claras y mejores resultados. Una equilibrada colección tanto de ágiles como reposadas composiciones, que transitan con decisión y brillantez por un escenarios multiestilístico, aunque con un perceptible énfasis en tonadas de exquisito r’n’b, aunque la mirada a la escena de baile británica no le va nada a la zaga. En el apartado más extramusical, las líricas criticas se circunscriben a Blue lights y a un sugestivo y libérrimo rap titulado Lifeboats. En cambio, es en la temática más personal donde la inminente estrella se expande a gusto, con unas sedosas cuerdas vocales que van rememorando, describiendo, fracasos amorosos, romances adolescentes sin buen puerto, esperanzas juveniles en forma de certeras baladas. La voz no tiembla, la convicción es palpable, el oyente deviene cómplice.