Messi, el elenco y el ‘flow’
Este Mundial insiste en el doble recorrido futbolístico de Leo Messi, aclamado durante sus 13 años en el Barça y criticado durante el mismo periodo con Argentina, distancia abismal que obliga a toda clase de análisis y especulaciones. Entre las probables razones de las sucesivas decepciones figuran dos asuntos básicos del fútbol: el elenco de acompañamiento y el juego del equipo. En los dos casos, Messi sale muy perjudicado.
Durante años se ha escuchado que Messi haría campeón a cualquier equipo. Está claro que no. Ni Messi, ni nadie, si el equipo no es lo suficientemente bueno. Quienes utilizan el éxito de Maradona en el Mundial 86 para refutar esta tesis olvidan que aquella Argentina era un competente equipo de especialistas, reclutado y adiestrado para explotar las mejores cualidades de aquel genio. No ha ocurrido nunca con Messi, ni ahora, ni en el comienzo de su carrera internacional. En cada Mundial, por no decir en cada partido y prácticamente con todos los seleccionadores, los jugadores argentinos siempre parece que acaban de conocerse.
Esta impresión se consagra en un juego sin identidad, más cercano al totum revolutum que a la coherencia en el campo. Es un déficit insalvable para cualquier equipo que pretenda grandes aventuras, con Messi o sin Messi. La selección argentina ha sido un barullo andante desde hace demasiado tiempo. El problema se ha multiplicado en este Mundial. Al equipo le falta empaque, talento y distinción. La mayoría de sus jugadores no figuran o no son titulares en clubs europeos de relieve, especialmente en la línea defensiva y en el medio campo.
Con cada seleccionador reciente, los jugadores argentinos siempre parece que acaban de conocerse
Messi nunca podrá arreglar problemas estructurales que le superan. Podrá ganar tal o cual partido, pero los defectos generales persisten o se agravan. Ni tiene la compañía adecuada, ni un modelo de juego que le favorezca. Messi sigue perdido en un magma que le engulle a él y a los pocos futbolistas rescatables de una selección cuya principal característica es la angustia. A falta de diseño, y con el peso que significa el desaprovechamiento de uno de los mejores futbolistas de la historia, Argentina es una bomba de estrés.
Las carencias argentinas ponen en valor al fenomenal elenco que ha encontrado Messi desde su ingreso en el Barça. A la categoría de las diversas ediciones del equipo, desde las de Rijkaard hasta la de Valverde, pasando por la inolvidable de Guardiola, se añaden los dos factores que más necesita Messi y que menos detecta en la selección argentina. Uno es el acompañamiento adecuado para aprovechar su inmenso talento y el otro es el tipo de juego que requiere un jugador que odia el estrés. Messi funciona bien en el juego fluido, suave, cadencioso, inteligente. Está hecho para el flow, no para el desorden insensato, que es el signo distintivo del equipo argentino.