Fichado en enero, celebrado en junio
Híbrido entre delantero y centrocampista, en el Barça meditan acercarlo más a portería
Noqueada aún por el esperpéntico desenlace del caso Griezmann, la junta directiva del FC Barcelona necesita buenas noticias. Coutinho está proporcionado buen material estos días. Las actuaciones del brasileño en Rusia permiten a los promotores de su fichaje presumir ahora de operación, sabedores de que si su precio fue desorbitado en enero cuando se le compró (120 millones más otros 40 en variables a pagar en sucesivas temporadas), su cotización se ha disparado en la Copa del Mundo. No hay escaparate como el de un Mundial. Coutinho ha jugado de momento dos partidos y ha sido elegido en ambos mejor jugador. En el primero ante Suiza marcó de disparo al borde del área, sin duda su especialidad. Es probable que sea el mejor del mundo en eso. En el encuentro ante Costa Rica desatascó a su equipo en el descuento con un gol de oportunista, en el área pequeña.
Híbrido entre centrocampista y delantero, Coutinho tiene más alma de lo segundo. Etiquetarlo como sustituto de Iniesta tuvo su lógica comercial, pero cuanto más se observa al futbolista más distintos parecen. Existe la voluntad entre los técnicos del club de continuar con el pertinente aprendizaje del lenguaje Barça, es decir, de insistir en aquellas virtudes que debe aglutinar un interior, léase ser aplicado en el juego combinativo y en la detección del momento en el que el juego y el resultado exigen pausa, sin embargo a Coutinho se le adivinan más otras cualidades. De rendimiento intermitente a lo largo de un partido, sus intervenciones son demoledoras, una descripción más de atacante que de volante.
Existe cierto debate en el Barça al respecto. Adelantado al verano el fichaje del también brasileño Arthur (esa es la intención), jugador que sí cuadra sin discusión en la denominación de centrocampista, Coutinho podría adelantar unos metros su posición en el dibujo típico del 4-3-3. La apuesta tiene poco de novedosa. El Barça, amante de innovaciones, ya inventó el falso extremo con Iniesta en la banda izquierda, ubicación que a Coutinho le permitiría regatear hacia dentro para armar su pierna derecha en el disparo. En el Barça de Luis Enrique esa misión la cumplía Neymar, que llegó como extremo casi puro del Santos y se ha ido completando hasta conventirse en un mediapunta camuflado, capaz de jugar pegado a la banda o de generar juego desde el eje del ataque, probándolo individualmente o dando el último pase a un compañero. La evolución de Neymar le acerca mucho a la versión actual de Coutinho.
Ahondando en la comparación de esta pareja, celebran en el Barça la manera de ser de Coutinho, más recogida que la de Neymar, un futbolista extraordinario pero con un carisma desbordante que debe alimentar a diario, cueste lo que cueste. Huido Neymar, es hora de preferir a Coutinho.