“Tengo un cuadro en un cajón para Iniesta”
De niño, ¿cuándo abandonó el balón por los pinceles?
Nunca. Los compaginé muy bien. Los pinceles eran un juego, como el fútbol o las guerras entre indios y vaqueros. Un juego, además, en el que no era el último en ser elegido cuando se formaban los equipos.
¿De qué color es el fútbol?
Verde césped. Bueno, en el campo de mi niñez, en La Seu d’Urgell, marrón.
En el Mundial muchos han pasado del verde esperanza a comerse un marrón.
Me partió el alma ver la tristeza de Messi en el Argentina-Islandia o el Argentina-Croacia. Pero me alío con los supuestamente débiles y me gustan las sorpresas del Mundial. Soy medio suizo (mi segundo apellido es Bodmer) y me encantó el 1-1 del Brasil-Suiza. No pude evitar una sonrisita, como con la derrota de Alemania ante México. ¡Qué revolcón!
Usted ha ilustrado una biblia muy celebrada. ¿Ilustraría una historia del fútbol?
Tengo una obra de la que estoy orgulloso, aunque la tuve que realizar casi de un día para otro. Me la encargó el Grupo Godó para una promoción: una alegoría del gol de Iniesta en Stamford Bridge. Soy un gran admirador suyo y guardo el original en un cajón para dárselo si algún día lo conozco... Espero que acepte el regalo.
¡Por el amor de Dios, si no lo acepta, démelo a mí!
Lo pondré en la lista de reserva, pero sepa que tiene por delante a Ramon Besa y Sergi Pàmies.