Harley-Davidson se lleva parte de su producción de motos fuera de EE.UU.
Drástica decisión para sortear el contraataque arancelario de la UE a Trump
Dicen que cumplir un sueño no tiene precio pero cobrar 2.200 dólares más de lo normal por sus míticas motocicletas no era una opción para Harley-Davidson, una empresa que define su misión como hacer que sus clientes “cumplan sus sueños de libertad” y que ayer anunció que se llevará parte de su producción fuera de Estados Unidos para sortear los efectos de la guerra comercial iniciada por Donald Trump contra la Unión Europea.
No es el tipo de decisión que Trump anticipó cuando decidió subir los aranceles a las importaciones de acero y aluminio y aseguró que las guerras comerciales “son fáciles de ganar”, mucho menos tratándose de una marca que él mismo considera “uno de los grandes iconos de América” y a la que ha felicitado por fabricar en el país. Pero la empresa, que ve cómo los moteros estadounidenses envejecen y depende más y más de sus ventas en el exterior, ha llegado a la conclusión de que no tenía alternativa después de que la Unión Europea contraatacara subiendo los aranceles a las importaciones de motos estadounidenses, entre otros artículos. La medida entró en vigor el viernes y afecta a bienes por un valor total de 3.200 millones de dólares seleccionados con clara intención política, para mover el debate nacional.
“El tremendo aumento de coste, si se pasara a los clientes y distribuidores, habría tenido un efecto negativo y duradero para nuestros negocios en la región”, explicó la empresa en una nota a los inversores para explicar cómo iba a reaccionar a la nueva situación. La UE le ha subido el tipo de arancel del 6% al 31%, lo que se traduciría en un sobrecoste medio de 2.200 dólares por moto, unos 100 millones de dólares al año que no quiere cobrar a sus clientes europeos pero que tampoco puede absorber. Con 40.000 motocicletas vendidas en el 2017 , el 15% de su producción total, Europa es el segundo mercado mundial de Harley-Davidson.
La empresa fue fundada en 1903 por los hermanos Arthur y Walter Davidson en Milwaukee, Wisconsin, uno de los estados que llevaron a Trump a la Casa Blanca en las elecciones del 2016. Por primera vez desde 1984, el candidato republicano se impuso a su rival demócrata en voto popular, aunque por un margen de menos del 1%. “Os vamos a ayudar”, prometió a los ejecutivos y trabajadores de la mítica compañía cuando hace un año les recibió en los jardines de la Casa Blanca y los puso una vez más como ejemplo de empresa perjudicada por las barreras arancelarias a los productos estadounidenses.
Paradójicamente, la proteccionista política comercial de Trump va a llevar a Harley-Davidson a aumentar sus inversiones en las fábricas que ya tiene fuera de Estados Unidos (Brasil, India, Tailandia o Australia), aunque no ha indicado dónde. La empresa, que también puede verse afectada por el encarecimiento del acero, no ha revelado si la deslocalización se traducirá en una pérdida de empleos en las plantas de Estados Unidos, que en los últimos tiempos han sufrido varias reestructuraciones. “Aumentar la producción internacional para aliviar la carga de las tarifas europeas no es la preferencia de la compañía –dijo en el comunicado, consciente del valor que en su caso tiene la etiqueta Made in the US– pero es la única opción sostenible”.
A pesar de que los mercados y los inversores han reaccionado con calma a la escalada de las tensiones comerciales globales, confiando en que no se materializaran, la decisión
“Os vamos a ayudar”, prometió el presidente a los ejecutivos y los trabajadores de la icónica marca de motos
de Harley-Davidson demuestra que los riesgos del conflicto van en serio. Ni la UE ni Canadá ni China se han quedado de brazos cruzados ante su ofensiva contra las importaciones de acero y aluminio y han respondido con aranceles a otros productos estadounidenses. Trump a su vez, amenaza con nuevas represalias: un arancel del 20% a los vehículos europeos que “inundan” Estados Unidos.
“¡Fabríquenlos aquí!”, exigió hace unos días. Una de las pocas que lo hace es la alemana Daimler, otra empresa perjudicada por su política comercial: acaba de prever una reducción de beneficios como consecuencia de los recargos que China ha impuesto a la importación de coches procedentes de Estados Unidos. La espiral arancelaria avanza veloz como una Harley.