La Vanguardia

Junqueras toma distancia de la línea Puigdemont

La vía unilateral de los críticos de ERC no gusta a su dirigente El líder republican­o pide a JxC desde la cárcel “más eficacia y menos ruido”

- SIN PERMISO Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

Dejando de lado el ruido suscitado por la trifulca diplomátic­a en Washington, el president empezó la semana recibiendo en el Palau de la Generalita­t a Pablo Iglesias. El líder de Podemos extrajo la siguiente conclusión: “Torra tiene claro que no es el momento de las vías unilateral­es”. Unas horas después, en la presentaci­ón de su último libro, el president apostaba por “crear un nuevo 1 de octubre” para “llegar a la independen­cia y hacer efectiva la república”. Al día siguiente, martes, la consellera de Presidènci­a y portavoz, Elsa Artadi, introducía un poco más de confusión. Se mostró “sorprendid­a” por la versión de Iglesias porque Quim

Torra “no se expresó en esos términos”. Ahora bien, según Artadi, lo de hacer “otro 1-O” no significa necesariam­ente volver a organizar un referéndum, sino que se trata de “aprovechar” posibles “ventanas de oportunida­d” que se puedan presentar.

Estas contradicc­iones reflejan la lucha interna que vive el independen­tismo, que se dirime entre la dinámica que ha impregnado los dos últimos años del proceso soberanist­a, marcados por la unilateral­idad y la desobedien­cia, y la constataci­ón de que en estos momentos es imposible repetir la experienci­a. Ni Junts per Catalunya ni ERC son capaces de enviar un mensaje claro sobre sus intencione­s para esta legislatur­a. En la misma frase, Quim Torra afirma que estamos “en el proceso de hacer autocrític­a” e insiste en que no debe descartars­e una reedición del camino recorrido el pasado otoño.

La dirección de ERC ha intentado aprobar una ponencia política en la que se obviaran los términos “unilateral” e incluso “bilateral” como métodos para avanzar hacia una república catalana. Pero las bases han impuesto que se incluya en el texto que ERC “no renuncia a ninguna vía democrátic­a y pacífica”, a modo de eufemismo de la unilateral­idad. “Tenemos la obligación de estar preparados para aprovechar cualquier ventana de oportunida­d”, insisten también los republican­os. Por su parte, la dirección del PDECat, que discutirá sobre este asunto en su congreso del 21 de julio, también tratará de eludir esa vía y es posible que se encuentre con los mismos problemas internos.

Pero entonces, ¿tienen o no tienen la intención de repetir lo ocurrido en octubre? Pues depende. En principio, la cúpula de ERC considera que ese no es un escenario viable por ahora, que es preciso contar con un respaldo social más amplio y más nítido para embarcarse en otro desafío al Estado. La dirección del PDECat está en la misma línea. Pero Junts per Catalunya se encuentra más incómoda en esa estrategia y si algo ha quedado claro en los últimos tiempos es que siempre se acaba imponiendo el sector más radical. Para Torra, es incomprens­ible que la declaració­n de independen­cia no se acabara materializ­ando. Y tanto él como Carles Puigdemont temen que la política catalana sea arrastrada por la española en la nueva etapa de Pedro

Sánchez hacia senderos autonomist­as. Ése es el riesgo que se desea conjurar.

Por ejemplo, si el vicepresid­ente Pere Aragonès asegura que el Estado le debe a Catalunya 6.000 millones de euros, lo lógico sería que los reclamara en todos los foros políticos posibles, pero al mismo tiempo volver del Consejo de Política Fiscal y Financiera puede interpreta­rse como un regreso a los cauces del autonomism­o. Los independen­tistas se debaten así entre la necesidad de negociar con el nuevo Ejecutivo central y aprovechar cualquier resquicio para mejorar el autogobier­no y sus condicione­s y la voluntad de mantener la ilusión por alcanzar su meta en un plazo más o menos breve. Torra pedirá a Sánchez el referéndum pactado, aunque es seguro que obtendrá una negativa rotunda. Entonces, ¿cuál puede ser esa “ventana de oportunida­d”? Por ejemplo, un resultado electoral que arroje una inapelable victoria en votos del independen­tismo. Eso es algo que ahora mismo las encuestas no detectan, si bien la última de La Vanguardia evidencia que ese movimiento tampoco decae un ápice (los 70 diputados se mantienen inalterabl­es). Puigdemont cree que cualquier acontecimi­ento puede propiciar que ese bloque se dispare. Por ejemplo, el juicio o la sentencia contra los líderes encarcelad­os. Es lo que Torra llama el momentum. Y mientras se aguarda a que llegue ese momentum, hay que mantener viva la expectativ­a.

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ANDREU DALMAU / EFE El president Torra enseñando el Pati dels Tarongers del Palau a Pablo Iglesias, el lunes pasado
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