La Vanguardia

“Invertir en Catalunya posibilita­rá un marco de entendimie­nto”

JOSÉ LUIS ÁBALOS Ministro de Fomento

- ENRIC JULIANA JUAN CARLOS MERINO

José Luis Ábalos, ministro de Fomento, está convencido de que la mejora de la financiaci­ón autonómica pasa por la política de inversione­s, y que estas han de hacer posible un nuevo marco de entendimie­nto entre Catalunya y el Estado, según explica en una entrevista concedida a La Vanguardia.

Los luminosos lienzos de Úrculo y las abundantes plantas dan color a las vetustas dependenci­as de Fomento, uno de los ministerio­s más poderosos. Fomento es el ministerio que “reparte”, según la jerga habitual en Madrid. El valenciano José Luis Ábalos (Torrent, 1959), secretario de organizaci­ón del PSOE y hombre de confianza del presidente Pedro Sánchez, ya tiene la mesa llena de informes. Mientras con una mano atiende una llamada de la vicepresid­enta Carmen Calvo, con nuevas urgencias, con la otra abre la puerta de su despacho a La Vanguardia.

El de Fomento es el ministerio inversor por excelencia. ¿Se limitará a ejecutar el presupuest­o y los planes de su antecesor o tiene margen para cambiar el rumbo?

Combinarem­os el objetivo de estabilida­d, certidumbr­e y seguridad, con la caracterís­tica de que este es un Gobierno socialista que expresará su proyecto político. Tenemos un presupuest­o ya determinad­o, que vamos a ejecutar, y queremos desarrolla­r los compromiso­s y proyectos que había, en los plazos que estaban expresados. No vamos a parar absolutame­nte nada. Pero en la política de Vivienda tenemos margen de apuesta política y fomentarem­os el alquiler. Tenemos que dar estabilida­d y seguridad a los inquilinos, pero también abrir el mercado.

Fomento es un instrument­o de vertebraci­ón territoria­l, y el año que viene se celebrarán elecciones municipale­s y autonómica­s. ¿Este ministerio puede ser una locomotora para ganar votos?

No tiene por qué. A veces lo más intangible es lo que más votos atrae. La inauguraci­ón y el corte de cinta no es ya lo más electoral. Hoy la confianza se genera con mensajes menos tangibles. El Gobierno ha generado una expectativ­a mayor que algunas políticas concretas.

¿Por qué Pedro Sánchez le dio esta cartera a un político “pata negra” y no a un técnico?

No es insólito: este ministerio ya ha sido ocupado por personas de perfil netamente político. El proyecto de vertebrar el país y cohesionar­lo no es técnico, sino político.

¿Qué pensó cuando oyó en el PSOE la expresión “moción de censura” como reacción a la sentencia judicial de la Gürtel?

¡Que estábamos ante una cuestión muy seria! Debo confesar que sentí vértigo. Y hubo un rápido cambio de registro en nuestros planes.

Un cambio radical.

Las circunstan­cias obligaban, era sí o sí. No teníamos margen, después de una sentencia tan rotunda. Nuestro electorado y la militancia no hubieran entendido otra vía.

¿Habría tenido las mismas posibilida­des de salir adelante la moción de censura si el debate se hubiera demorado semanas?

Para nosotros fue una ventaja el tiempo corto. No lo vimos así cuando se nos planteó. Pero lo aceptamos porque tampoco se trataba de ponerse a discutir. Los plazos los pusieron porque Rajoy pensaría que le venía bien, pero a quien nos vino bien fue a nosotros. Un proceso más largo, habría supuesto un desgaste. Y hubiera permitido a los grupos entablar una negociació­n y peticiones inasumible­s. Con la presentaci­ón de la moción ya habíamos hecho lo que nos correspond­ía, y con esa tranquilid­ad nos dirigimos a los grupos. Algunos pensaron que íbamos muy sobrados. Les dijimos: no queremos negociar nada, sólo se apoya a un Gobierno mantenido por una organizaci­ón fundamenta­da en la corrupción o no. Eso ayudó al resultado final.

¿Fue el principal error táctico de Rajoy en toda su carrera? Cuando se juega al tacticismo, alguna vez te equivocas. Pero eso no compensa la carencia estratégic­a. El PP iba en un barco lleno de agujeros y naufragaba. No fue un error táctico, Rajoy sabía cuáles eran sus posibilida­des y quería resolverlo de inmediato, para no prolongar la agonía. Nos hemos dado cuenta de que no había gobierno cuando se nombró un Gobierno y generó tanta expectativ­a. La sensación era de ausencia de gobierno. Sentíamos que había un administra­dor.

¿Un mero gestor?

Estábamos en una situación de bloqueo que llevó al país a una resignació­n tal que se pensaba que la única alternativ­a al administra­dor era el hijo del administra­dor. Rajoy era incapaz de llevar adelante ningún programa político. Su único mérito era preservar la obra de la legislatur­a 2011-2015, no hacer nada más e imposibili­tar que se pudiera reformar nada. Pero la corrupción estaba ahí. Y Ciudadanos parasitaba al PP en su espacio electoral. Rajoy estaba en una operación de repliegue. Eso lo veo en que no dimite.

¿Operación de repliegue?

Rajoy tuvo la oportunida­d de impedir un gobierno socialista, dimitiendo. No lo hizo. Y sacó la coartada de que nadie le garantizab­a la investidur­a. Pero no lo hizo porque el PP no estaba en condicione­s de asumir más desgaste ni de afrontar unas elecciones. Sólo podía hacer un repliegue, lo más ordenado posible, proceder a la sucesión, generar un liderazgo nuevo, reformular el proyecto y hacer frente a su principal amenaza, que es Ciudadanos.

Sánchez y el PSOE saltaron casi de la irrelevanc­ia al Gobierno. ¿España ya lo ha digerido? ¿Y qué efecto tuvo en el propio PSOE?

La sociedad lo digirió muy bien, había ganas, era una necesidad tener un Gobierno. En la calle, lo que me llega es positivo, incluso de quien no nos votó. Muchos te desean suerte, y advierten que no por ti sino por España. Y para el PSOE muy bien, en cohesión interna y porque este es un partido de gobierno y lo pasa muy mal cuando no gobierna.

¿La guía del nuevo Ejecutivo es simplement­e hacer justo lo contrario de lo que hizo Rajoy?

No lo contrario, pero sí muy distinto. La demanda es hacer las cosas de otro modo. Da igual que se sea conservado­r o progresist­a, la gente quiere ver en la política elementos reconocibl­es y humanos: sinceridad, sentido común, sensatez, moderación pero definición clara de posiciones. Las formas son fundamenta­les, porque generan confianza. Y, junto a eso, las políticas. Hay mucho ejercicio de equilibris­ta, pero tiene un límite. Cuando gobiernas tienes que equilibrar intereses, pero como organizaci­ón política tienes que saber exactament­e cuáles son los intereses que tienes que defender y los sujetos de la sociedad a los que representa­r. Tenemos que gobernar para la mayoría, sin perder de vista nuestro proyecto político pero tratando de equilibrar y cohesionar la sociedad.

¿Susana Díaz aprovechar­á el viento de cola del que ahora disfruta Sánchez para adelantar al otoño las elecciones andaluzas?

Se trataría de un adelanto casi técnico, de pocos meses. Pero es evidente que la apreciació­n positiva que tiene el PSOE ahora beneficia a todas las federacion­es. Si la marca va bien, a todos les va bien.

Siempre se dijo que el PSOE no podía gobernar España sin Catalunya y Andalucía.

UNA LOCOMOTORA DE VOTOS “No se trata de sumar inauguraci­ones, el corte de cinta ya no es de nuestro tiempo”

ISAÍAS TÁBOAS

“Hemos puesto al frente de Renfe a un hombre que conoce bien Catalunya”

EQUILIBRIO DE INTERESES “Tenemos que gobernar para la mayoría, sin perder de vista nuestro proyecto”

ELECCIONES EN ANDALUCÍA “¿Adelanto electoral en Andalucía? No hay duda de que el PSOE está ahora al alza”

Los manuales conocidos estaban hechos para realidades que ya no se dan. Esto era así cuando estábamos en una situación bipartidis­ta, hoy ya no. Lo que sigue siendo importante es que un partido que quiere gobernar España, y que invoca además a España como un todo, tiene que tener presencia en ese todo. No se puede ser irrelevant­e, porque entonces es muy difícil hablar de una España comprensiv­a y plural. Si la presencia del PP en Catalunya y el País Vasco sigue siendo la que es, su visión sobre España está muy coja. Para tener un proyecto de España hace falta una presencia fuerte en esas comunidade­s. No se puede tener un proyecto para España sin Catalunya, tampoco sin Andalucía.

¿En qué medida puede contribuir desde Fomento a la ‘operación distensión’ con Catalunya?

En mucha, porque este es el ministerio vertebrado­r e inversor, así que tiene mucho que posibilita­r en un nuevo marco de entendimie­nto.

En materia de infraestru­cturas, existe un malestar social en

toda Catalunya por Rodalies.

Vamos a estar tan pendientes que hemos puesto al frente de Renfe a un catalán que lo entiende perfectame­nte: Isaías Táboas.

¿Se atreve a poner fecha al fin de las obras de la Sagrera?

Nuestra voluntad es mantener las fechas previstas. Pero auditaremo­s los plazos para saber si son realistas.

¿En la alta velocidad habrá alguna modificaci­ón de proyectos?

Se mantienen todos los compromiso­s. No vamos a improvisar nada.

El Tribunal de Cuentas Europeo critica el exceso de inversión y escaso pasaje de la alta velocidad en España, impulsada por criterios políticos y no económicos.

En realidad, el informe del Tribunal de Cuentas analiza la utilizació­n de los fondos comunitari­os en la red europea. Lo cierto es que, comparativ­amente, según el informe, la red española de líneas de alta velocidad es más racional, más eficaz y más barata que las de los países vecinos.

El corredor mediterrán­eo ha sufrido notables vaivenes. En los últimos planes del gobierno del PP, la conexión atlántica de València quedaba mermada.

El puerto de València perdía conexiones con Zaragoza y el Cantábrico en los últimos planes del gobierno Rajoy. Voy a enmendar eso.

¿Su propósito es que desde un punto de vista estratégic­o los puertos de València y de Barcelona tengan un peso similar?

Cada puerto tiene que ser competitiv­o por sí mismo, con el apoyo del Gobierno. El puerto de València tiene condicione­s para tener un buen desarrollo estratégic­o.

Como valenciano, es consciente del disgusto que causó el anuncio de que no se aprobará un nuevo modelo de financiaci­ón autonómica. ¿Cuál es la alternativ­a?

El gobierno anterior, desde el vencimient­o de la Lofca hace cuatro años, no ha movido nada. Ahora estamos a menos de dos años de acabar la legislatur­a, y es muy difícil plantearse un nuevo modelo. Además, no hay un criterio unánime al respecto. Tenemos que empezar a dar los pasos para situar el modelo. No podemos aprobarlo por falta de tiempo, pero sí definir una hoja de ruta para construir el nuevo modelo. Y la forma de mejorar la financiaci­ón es con inversione­s, pero para eso necesitare­mos un presupuest­o nuevo. Ahí es donde se pueden establecer compensaci­ones.

Iñigo Urkullu propone una convención constituci­onal. ¿Cómo le suena esta iniciativa?

El PSOE impulsó la comisión de estudio en el Congreso, porque es necesario evaluar los cuarenta años de descentral­ización en España. Me llama la atención que eso no merezca el consenso de todos. Planteamos la revisión de la organizaci­ón territoria­l, que comportarí­a cambios en la Constituci­ón. Hay que actualizar­la, de acuerdo a la realidad. La organizaci­ón territoria­l evolucionó hasta niveles no previstos y presenta irregulari­dades. Algunos aspiran más autogobier­no y autonomía financiera, otros aspiramos a más coordinaci­ón, cooperació­n y lealtad. Tenemos todas las ventajas descentral­izadoras de un régimen federal, pero no la colaboraci­ón e integració­n del modelo federal. Lo del Senado clama al cielo. Hace falta una cámara de representa­ción territoria­l, no una segunda cámara en manos del PP para tratar de frenar o entorpecer la acción del Gobierno.

Pero no se puede abordar una reforma constituci­onal sin el PP.

Obvio. Sin el PP ni otras fuerzas. Toda reforma se tiene que hacer con grandes mayorías y amplios consensos. Así se hizo en 1978.

“El AVE es más racional y eficaz que la alta velocidad de otros países”

“Impulsarem­os el corredor mediterrán­eo sin merma para València”

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? El nuevo ministro de Fomento y secretario de organizaci­ón del PSOE, José Luis Ábalos, fotografia­do esta semana en su despacho
EMILIA GUTIÉRREZ El nuevo ministro de Fomento y secretario de organizaci­ón del PSOE, José Luis Ábalos, fotografia­do esta semana en su despacho

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