Sebastian Kurz
Viena asume hoy la dirección de la Unión Europea hasta final de año
CANCILLER DE AUSTRIA
El canciller austriaco, Sebastian Kurz, asume hoy la presidencia de la UE con un discurso antiinmigración. El líder conservador, que gobierna con el ultraderechista FPÖ, busca liderar a los países europeos con gobiernos populistas.
Cuando de la mano de Jörg Haider la extrema derecha entró por primera vez en el Gobierno austriaco, en el año 2000, la Unión Europea reaccionó airada y aplicó durante unos meses sanciones a Viena. Dieciocho años más tarde, la formación de la coalición de gobierno en diciembre entre la derecha conservadora (ÖVP) y la misma extrema derecha (FPÖ) no sólo no provocó el más mínimo rechazo, sino que desde hoy este Gobierno es el que ocupa la presidencia rotatoria de la UE. Todo con la máxima normalidad, síntoma de cómo las formaciones de la derecha más extrema han ganado cuotas de poder y aceptación social en los países de la Unión Europea.
El lema elegido por Austria para sus seis meses de presidencia indica bien a las claras sus propósitos. “La Europa que protege” es su eslogan, protección que quiere centrar especialmente en la inmigración. No en vano fueron las promesas de cerrar las fronteras de su país a los flujos de migrantes los que llevaron al poder al joven canciller, Sebastian Kurz, de 31 años de edad, calificado por un diplomático norteamericano como “una estrella del rock”. Lo que electoralmente le funcionó en su país, Kurz lo intentará aplicar también a nivel europeo. El ambiente juega a su favor. La última cumbre europea se cerró el viernes con medidas para proteger las fronteras exteriores como eje central de la política de migración.
En su programa para la UE, Austria pide abordar “las consecuencias de la crisis migratoria más grande que Europa ha tenido que afrontar desde la Segunda Guerra Mundial y las preocupaciones de los ciudadanos sobre los flujos migratorios incontrolados”, y ha convocado una cumbre extraordinaria de los jefes de Gobierno en septiembre en Salzburgo. Kurz se vanagloria de haber contribuido decisivamente a frenar la entrada de migrantes por la ruta de los Balcanes en el 2015, y quiere aplicar fórmulas similares en la crisis del 2018, aunque esta vez los números no indiquen crisis alguna. Las llegadas de inmigrantes siguen bajando, pero la tensión política sigue al alza.
“Nos centramos en construir la Europa que protege”, dijo Kurz en el acto simbólico de traspaso de presidencias de la UE en la estación de esquí de Planai, en el sur de Austria, añadiendo también palabras conciliadoras: “Queremos usar estos seis meses de presidencia para construir puentes en la Unión Europea y reducir las tensiones”. Puentes sin duda necesarios después de que en la última cumbre sólo se evitó el choque interno recurriendo a un acuerdo de mínimos. La línea dura en inmigración de Kurz la comparte el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quien en el mismo acto reclamó determinación para restaurar la sensación de orden y seguridad: “No porque (nuestros ciudadanos) se hayan convertido repentinamente en xenófobos y quieran levantar muros contra el resto del mundo, sino porque el trabajo de toda autoridad política es aplicar la ley, proteger el territorio y las fronteras”. En este terreno, Tusk y Kurz se entienden perfectamente. El canciller austriaco es de los primeros que apoyó la propuesta de Tusk de crear “plataformas de desembarco” para los migrantes en África, iniciativa validada el viernes por el conjunto de países de la UE.
Otro grandes retos que tendrá que pilotar la presidencia austriaca son la negociación del Brexit, atascada por la falta de iniciativa británica y con el tiempo agotándose, y la negociación de los perspectivas financieras para el período 20212027. En esta ocasión, a la pugna habitual por el reparto del dinero, se añade la propuesta de condicionar los fondos europeos al respeto del Estado de derecho, cláusula enfocada claramente como presión política a los países del este. Austria también ha fijado como prioridad una mayor integración de los países de los Balcanes en la Unión Europea. No en vano, son sus vecinos y, por ello, su sensibilidad es máxima. En su programa establece que “en términos económicos y de política de seguridad, esta región pertenece a Europa y ha demostrado ser un socio fiable durante la crisis migratoria”. A pesar de sus intenciones, difícilmente conseguirá resultados, dado que otros países, como Francia y Holanda, han retrasado el posible inicio de las negociaciones a junio del 2019.
EL ESLOGAN
“Nos centramos en construir la Europa que protege”, dice el canciller Kurz