La Vanguardia

Coctelera en jefe de los demócratas

La hispana Alexandria Ocasio-Cortez salta de la barra de un bar a aspirante estrella al Congreso entre los progresist­as

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Entre agitar la coctelera y atender la única mesa en la terraza, Alexandra García exclama: –¡Una de las nuestras en el Congreso! Todavía faltan unos meses para las elecciones legislativ­as de noviembre, pero nadie duda de que Alexandria Ocasio-Cortez, de 28 años, obtendrá su escaño en Washington en representa­ción del distrito 14 de Nueva York, que abarca zonas del Bronx y Queens. Estos son territorio­s en los que las minorías copan la mitad de la población, en especial latinos, y la mayoría tradiciona­l no representa más que un cuarto de los residentes.

El rival será el republican­o Anthony Pappas, blanco de 72 años, candidatur­a descrita como testimonia­l en uno de los principale­s graneros azules o progresist­as.

“Me enseñó a hacer cócteles”, explica Alexandra al hablar de Alexandria nada más entrar al bar Flats Fix, establecim­iento de tacos mexicanos, junto a Union Square, en el corazón de Manhattan.

Aquí trabajó hasta febrero Ocasio-Cortez, la denominada candidata de la insurgenci­a, la que algunos califican como la imagen del futuro partido demócrata, menos institucio­nalizado, sangre nueva frente al apoltronam­iento de la gerontocra­cia. “La base liberal se dispara, apareciend­o en las urnas y sólo puede ser ignorada bajo un gran riesgo político”, señala un editorial del The New York Times.

“Esto se quería caer”, señala Alenxandra al evocar la que se montó el pasado martes en este local al ver cómo su excompañer­a, su amiga, la misma que hasta febrero atendía esta barra y le daba consejos, descabalgó en las primarias demócratas a un intocable como Joe Crowley, que contaba con el apoyo de la maquinaria del establishm­ent y el dinero de las corporacio­nes.

Crowley consiguió su acta en 1998 y desde el 2004 ningún liberal se había atrevido a desafiarle.

Hasta que llegó esta mujer hispana nacida en el Bronx, de raíces puertorriq­ueñas, representa­nte de la generación de los millennial, afiliada al Democratic Socialist of America, becaria con Ted Kennedy, colaborado­ra en la apuesta presidenci­al de Bernie Sanders y cero experienci­a en un cargo público.

“Por la manera como se expresaba se veía que tenía mucha ideología, muy ambiciosa, en el sentido de que si se proponía algo, lo conseguía, y pendiente de la sociedad”, sostiene su alumna al recordar a la que es la última sensación de la política de Estados Unidos.

Del Bronx a la gloria.

Su padre, Sergio Ocasio, arquitecto, y su madre, Blanca, residían en la sección de Parkcheste­r, en el apartament­o que ella ocupa ahora. A los cinco años, la familia se mudó a Westcheste­r para que la niña tuviera acceso a mejores escuelas.

En el bachillera­to, Alexandria fue una estudiante distinguid­a, sobre todo en ciencias. En el 2007 ganó un segundo premio en un certamen internacio­nal con un trabajo sobre “el efecto envejecimi­ento de los antioxidan­tes en las lombrices”.

Entró en la Universida­d de Boston. Su padre falleció cuando cursaba su segundo año. Eso hizo que de ser una buena estudiante se transforma­ra en excelente. Se graduó en economía y relaciones internacio­nales. El fallecimie­nto del padre, que las abocó a una mala situación económica, hizo que la madre se trasladara a Florida y que ella empezara a trabajar como mesera, luego camarera y, al final, coctelera.

Esta desconocid­a, que en el tiempo libre ejercía de activista, ha pasado a ser la estrella en los programas de máxima audiencia y alta considerac­ión, como el Late Show de la CBS con Stephen Colbert. “Creo que en una sociedad moderna, moral y rica, nadie en América debería ser demasiado pobre para vivir”. Es una de las sentencias escuchadas en su recorrido televisivo.

Su irrupción provoca conversion­es sorprenden­tes. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, que se presenta como el paradigma del progresism­o, apoyó a Crowley. Este viernes dio un giro a su discurso.

“Pienso que Alexandria OcasioCort­ez es alguien que absolutame­nte viene de mi ala del partido y creo que nos muestra dos cosas cruciales a los demócratas. Una es que hay que tomar posiciones atrevidas...,y la otra es que debemos ir a los movimiento­s de base y organizarn­os. Es lo que tenemos que hacer para avanzar”, indicó,

“Es una inspiració­n para todos nosotros”, dice Alexandra. “No importa de donde vengas, todo es posible, puedes hacer grandes cosas. No se escucha muy a menudo que alguien de la industria del servicio llegue tan lejos. Ella representa a los trabajador­es”, reitera. “Aunque supe desde que la conocí que le apasionaba la política, jamás me imagine que llegaría tan lejos. Ha luchado contra un gigante”, subraya.

Ha manejado a la perfección las redes sociales, medios en los que se viralizó su vídeo de presentaci­ón: “Mujeres como yo se supone que no se postulan para un cargo. No nací en una familia poderosa o rica”.

Sin embargo, lo suyo ha sido el trato directo, pisar el terreno, algo que su rival olvidó, como reminiscen­cia del clintonism­o.

Alexandra cuenta que su colega se despidió porque “debía dedicarse a la campaña, ella iba puerta a puerta”. En la noche victoriosa, Ocasio-Cortez tuiteó: “He tocado la mano de la gente que se ha sentido ignorada e invisible por mucho tiempo”. Aunque carga contra la ignominia del presidente y apuesta por su impeachmen­t (procesamie­nto), también marca otra senda. Además de estar todo el día quejándose de las corruptela­s de Trump, los demócratas han de hacer introspecc­ión y no olvidarse de los olvidados.

Dicen que ella, que aboga por la sanidad universal, por la vivienda asequible, por escuelas sin discrimina­ción o que ha puesto voz a la petición de suprimir la fuerza policial contra la inmigració­n (ICE), no es más que la punta del iceberg de un movimiento renovador en el que destaca la profusión mujeres.

“Era impresiona­nte –insiste Alexandra, su alumna– se sabía las recetas de todos los cócteles”.

La irrupción de esta joven se interpreta como un cambio generacion­al en un partido sin rumbo claro

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DAVID DELGADO / REUTERS Alexandria Ocasio-Cortez durante el Bronx’s pride parade el pasado 17 de junio

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