El escándalo de los accesos al puerto
VERGONZOSO e incomprensible es el enorme retraso que sufre el proyecto de construcción de los nuevos accesos viarios y ferroviarios al puerto de Barcelona, que eran y son claves para su competitividad. Desde hace más de diez años, debido a la inoperancia de las administraciones públicas, no se ha hecho nada más que poner la primera piedra del proyecto pese a su extrema urgencia, ya que comprometía la inversión de 500 millones de euros prevista por el principal operador de contenedores, la empresa china Hutchinson.
Las obras de acceso al puerto de Barcelona surgen de la necesidad histórica que supone superar el cuello de botella existente en la actualidad y abaratar los costes de transporte. De ahí la reiterada reivindicación por parte del puerto, de la ciudad y de los empresarios de que se resolviera la cuestión.
En junio del 2016, después de muchos esfuerzos, se llegó a un acuerdo –calificado en su momento de histórico– para desatascar las obras de acceso al puerto de Barcelona entre el Gobierno, la Generalitat, Ferrocarrils de Catalunya, Adif, Puertos del Estado yPort de Barcelona. Pero, pese ala buena voluntad expresada por todas las administraciones, dicho acuerdo no sirvió de nada. Ahora se está como al principio o peor. El principal motivo es que el diseño de los accesos ferroviarios que contemplaba dicho acuerdo no ha conseguido el visto bueno de la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria, que ha tardado nada menos que otros dos años en hacer su dictamen.
El citado dictamen obliga a volver a empezar desde cero y recuperar el proyecto inicial presentado en el 2007, que es mucho más caro y que cumple con todos los estándares de seguridad, con una doble vía de ancho mixto. Este proyecto, que engloba los accesos viarios y ferroviarios en una misma obra, está presupuestado en 473 millones de euros. De ellos 182 millones los debe aportar el Ministerio de Fomento, 77 millones Adif y 214 millones el propio Port de Barcelona. El problema adicional es que dicho proyecto debe volver a licitarse y debe, además, superar la declaración de impacto ambiental, algo que no será fácil ya que comporta que las nuevas vías y carreteras pasen por el delta del Llobregat. Las obras pueden todavía tardar varios años en iniciarse y muchos más en acabarse. Para aminorar el impacto de este nuevo retraso se trabaja en una alternativa temporal para dar cabida a trenes de mayor tamaño.
La demostrada incapacidad de las diversas administraciones públicas para gestionar esta importante obra comporta el riesgo de provocar el colapso del puerto de Barcelona, que es una infraestructura clave para la economía de Catalunya, por la que pasan la mayoría de las exportaciones e importaciones de mercancías.