La Vanguardia

Capitán de la Copa abollada

JOSÉ ANTONIO ZALDUA (1941-2018) Exfutbolis­ta del Barcelona y el Sabadell

- CARLES RUIPÉREZ

El 30 de agosto de 1961 el Camp Nou por fin vio a la delantera que no pudo ser, que el régimen no permitió: Di Stéfano y Kubala juntos de blaugrana. Fue en el homenaje a Laszli. Ese día completaro­n el ataque otro genio magiar como Ferenc Puskas, madridista y buen amigo de Kubala, y un chaval de 19 años al que acababa de fichar el Barcelona procedente del Valladolid. “Cuando llegué el portero del estadio no sabía quién era y no me dejaba pasar”, recordaba de su primer día en el Estadi. Era José Antonio Zaldua y un debut así impactar a cualquiera.

Aún así, el navarro, que llegó siendo un crío en un equipo con tótems como Ramallets, Segarra o Evaristo, fue el número 9 del Barça durante gran parte de la década de los sesenta, una de las más duras, sin títulos de Liga. Incluso en la temporada 1962-63 el equipo quedó sexto, a 16 puntos del Madrid.

Sin espacio en el campeonato, eran tiempos de Copas, Copas de Ferias y Recopas. Esas tres competicio­nes marcaron a Zaldua, un delantero oportunist­a, tan bravo como noble.

La noche de la verbena de San Juan de 1963 ganó su primera Copa con el Barça. Fue en el Camp Nou y el equipo barcelonis­ta fue muy superior al Zaragoza (3-1). El delantero navarro marcó el 3-0 antes de que los aragoneses maquillara­n el resultado.

Sin embargo, dos temporadas después tuvo que salir cedido medio curso al Osasuna por falta de oportunida­des con Cayetano Ré como ariete y pichichi de la Liga 1964-65. Regresó a final de temporada y su futuro no pintaba nada halagüeño hasta que llegó el DOS Utrecht al Camp Nou en los treintados­avos de final. Era principios de octubre y Roque Olsen no lo había puesto ni un minuto pero aquel día le dio la oportunida­d y Zaldua la aprovechó. Vaya sí la aprovechó. Marcó un repóquer al conjunto holandés. “Además de conseguir los cinco goles, derrochó valentía, tenacidad y unas condicione­s físicas de primer orden”, se leía en la crónica de este diario. Una gesta europea que en el Barça sólo ha igualado Leo Messi, con sus cinco goles al Bayer Leverkusen en el 2012. “He conocido a todos los grandes, Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona... y Messi es el mejor que yo he visto. Hace que marcar goles parezca fácil”, reflexiona­ba Zaldua para La Vanguardia, contento de que fuese el argentino quien le empatase.

Gracias a aquella gran noche europea, Zaldua se hizo un nombre. También marcó en octavos al Hannover y en semifinale­s al Chelsea para que se levantase la Copa de Ferias ante el Zaragoza.

Tanto maduró que le tocó ser capitán en una de las finales más famosas de los 118 años de la entidad blaugrana: la final de las botellas. El Barcelona se atrevió a ganar la Copa de 1968 al Madrid y en el mismísimo Santiago Bernabeu, algo que el público no perdonó. “Cuando subí al palco a por la Copa lo más suave que escuché fue ‘perro catalán’. Ahí aprendí a querer al Barça y a Catalunya”, confesaba. Cuando bajó al campo para celebrar con sus compañeros les tiraron miles de botellas. “Miedo no pasé pero me tiraron de todo. Me tuve que proteger con la Copa y el trofeo acabó abollado”.

Pero tras tres finales ganadas, a Zaldua le persiguió la final que no ganó, la Recopa de 1969. Fue en Basilea contra el Slovan de Bratislava y aunque marcó un gol siempre se le recordaba el que falló. “Con 3-2 en el marcador y a tres metros de la portería vacía. Es triste que después de haber marcado 175 goles me recuerden por aquella maldita jugada. Es una cruz que arrastro”, reflexiona­ba. Quizás aquel no gol le obligó a acabar su carrera en el Sabadell (1971-75) pero nunca pudo con su buen humor y carisma.

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ÀLEX GARCIA

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