Poner la otra mejilla
Un libro colectivo recoge las deliberaciones sobre el fenómeno de la violencia
Hace unos años, al amparo de la Facultad de Teología de Catalunya, se creó un grupo de reflexión sobre “Teología, literatura y artes” formado por gente diversa, tanto desde el punto de vista profesional como ideológico y religioso. Fruto de esta pluralidad de pensamientos y de los debates que han mantenido en torno a una temática tanto candente como la violencia ha surgido el libro L’ull de la violència (ed. Claret), que acaba de aparecer bajo la coordinación de uno de sus miembros, Jaume Angelats.
Daniel Giralt-Miracle, en el prólogo, reivindica la no violencia activa y creativa, tal como la han defendido Gandhi, Luther King, Rosa Parks o el mismo Juan Pablo II en la encíclica Centesimus annus. Pero también muestra su preocupación por la extensión del concepto de “violencia justa”. La cuestión de la violencia, dice en uno de los artículos Armand Puig, se plantea a partir de la fórmula “ojo por ojo, diente por diente” que nace del código de Hammurabi pero es contestado por Jesús cuando dice: “Si alguien te pega en la mejilla derecha, ponle también la otra”. Aparentemente Jesús habría pronunciado una frase “buenista” pero perfectamente inútil. Ahora bien, Armand Puig considera que poner la otra mejilla “es una imagen hiperbólica, exagerada”, que expresa al mismo tiempo “la superación del odio y el desarme del agresor”. Dicho de otra manera, “si manifiestas que dentro de ti no hay odio ni rencor, la violencia del otro se quedará sin objetivo”. El autor alerta que la venganza “aunque sea mesurada, no resuelve el problema de la violencia” y que no se puede menospreciar ningún tipo de violencia, ni siquiera la verbal. “El insulto más pequeño tiene su gravedad”.
Jaume Angelats recuerda que “no se debe encontrar fácilmente ninguna otra recopilación de textos religiosos, en los que la realidad inquietante de la violen- cia esté tan presente como en la Biblia.” Pero más allá de estos relatos, Angelats se fija en otra lectura: la Biblia destaca la atención prioritaria de Dios hacia los más desfavorecidos, coloca a las víctimas en el centro de su atención y transmite pasión por la fraternidad humana.
Antoni Batista se adentra en la semántica del “matar-ejecutar-asesinar” desde la deontología periodística. “Asesinar es matar fuera de la ley, ejecutar es matar según la ley; la cuestión es, en conclusión, la ley. Y ya sabemos que en los anchos parajes de la legislación, las interpretaciones tienden al infinito”. Batista –que acaba de publicar otro libro muy recomendable: La sinfonía de la libertad– analiza lo que ha pasado en Irlanda y Euskal Herria: ha terminado la violencia pero la paz es incompleta porque está pendiente un acercamiento entre las víctimas para alcanzar la reconciliación.
Este libro polifónico no tiene un único resumen porque además combina palabra e imagen: las ilustraciones de Perico Pastor y fotografías de las esculturas de Guido Dettoni, estas últimas comentadas por Míriam Díez (“la violencia es atronadora, la paz que surge de esta imagen, en cambio, llega con sordina”). Como dice Anna Maria Blasco, la violencia también está presente en un ambiente de belleza, sea en una obra de arte o en creaciones literarias. Lo explica Carles Duarte a través de la poesía, Jordi A. Piqué con la música, Carles Torner con acara a la periodista Anna Politkovskaya y Fèlix Riera con La muerte de Marat, de JacquesLouis David. No es un libro con conclusiones, sino de deliberaciones y dudas.
Armand Puig: “Si dentro de ti no hay odio ni rencor, la violencia del otro se quedará sin objetivo”