Los jóvenes beben prosecco
El vino espumoso italiano supera al champán y rompe moldes en el extranjero
En la colina de Cartizze, en el norte de la ciudad de Treviso, una hectárea de terreno cotiza más de un millón de euros. En los últimos cinco años los precios se han disparado un 45%. Los centenares de propietarios se resisten a vender, conscientes de que tienen en sus viñas, con la variedad de uva glera un patrimonio. Cuentan que hasta la todopoderosa familia Agnelli intentó sin éxito presentar una oferta.
En esta región del noreste de Italia, bautizado como Prosecco Valley, nace el vino italiano más solicitado en Italia y en el extranjero. Este espumoso está viviendo un boom histórico. Las ventas crecen a un ritmo de dos dígitos. Hoy por hoy se comercializan en el mundo más botellas de prosecco que de champán.
Es un fenómeno mundial. Por ejemplo, en Alemania han abierto tiendas que sólo sirven prosecco. Incluso en Barcelona florecen los bares que preparan Spritz, el aperitivo a base de este vino espumoso. Es una de las claves del éxito: el prosecco triunfa en los aperitivos y como base de cócteles en el público joven.
Es un vino fresco, afrutado, menos alcohólico que el champán (11%), no hay que ser un entendido del tema y tiene un precio más accesible. Desde el Consorzio Prosecco Doc reconocen que en algunos mercados está roternativa bándole la cartera a la cerveza. En Estados Unidos., donde este vino triunfa, el 70% del público es representado por mujeres, que han descubierto su bebida. Este cóctel de elementos (perdonen la redundancia) ha llevado a que una marca histórica como Freixenet decidiera entrar en este negocio, al comercializar una línea de este producto.
Hace años se consideraba una alketing barata al champán. En los últimos diez años el prosecco ha crecido cinco veces más que el resto de espumosos. Literalmente, ha salido de las neveras. Alessandro Tortato, periodista especializado en medios locales de la región Veneto, explica que una de las polémicas en Italia “es la ampliación de la zona de producción, que se ha extendido a desmesura. Muchos bodegueros huelen el negocio”. En su opinión, gran parte del éxito se deben al recambio generacional. “Una ola de jóvenes gestores se está asomando al mercado y quiere conectar este vino con este público millennial, con herramientas de marturistas agresivas y una narrativa seductora.
Además, el prosecco cuenta con una gran ventaja: su proceso productivo. Mientras que para el champán se necesita una doble fermentación que puede tardar dos años, su competidor italiano acaba su maduración en unos tanques en tan sólo tres-seis meses. Con lo que los costes son menores y la producción mucho más ágil. El resultado es que, para el 2020 se venderán 412 millones de botellas de prosecco con una tasa de crecimiento del 6%. Para que se tenga una idea, el champán prevé repuntar un 1%.
Lorenzo Zonin, vicepresidente de la bodega italiana Zonin 1821 confirma: “el prosecco ha roto todas las barreras. Es un cambio de costumbres, porque las burbujas han llegado a la mesa. La buena imagen del vino italiano ha ayudado en general y este vino transmite un estilo de vida desenfadado y moderno”. Entre los operadores se habla de un efecto Venecia, una ciudad que atrae a 30 millones de
Es un producto más fácil, menos alcohólico, idóneo para aperitivos y más desenfadado
y que ha contribuido al desarrollo del prosecco en el mundo (el cóctel Bellini es buen ejemplo de ello).
Pietro Biscontin, director general de la bodega La Delizia en la región del Friuli destaca que la creación del Consorzio, que protege y tutela la denominación de origen ha otorgado una credibilidad al producto, que ha sido clave para su expansión internacional. “Si bebes prosecco estás satisfecho sin arruinarte. No competimos con el cava, que además es un vino que exige más compromiso y más gasto”. El prosecco no es (en este caso) un brindis al sol.