La Vanguardia

DOÑANA REVIVE

Un año después del incendio que calcinó casi 8.500 hectáreas, la naturaleza vuelve y ya se observan “brotes verdes”

- ADOLFO S. RUIZ

Un año después del devastador incendio que calcinó casi 8.500 hectáreas, la naturaleza vuelve y ya se observan “brotes verdes” en este paraje natural único en España. La Junta de Andalucía ha invertido unos 720.000 euros en las numerosas labores de emergencia para restaurar un área que quedó muy dañada.

Un año después del pavoroso incendio que puso en peligro Doñana, la vida se abre paso, poco a poco, en lo que hace 365 días era un panorama deprimente y desolador. Las llamas, que se iniciaron en el paraje Las Peñuelas de Moguer (Huelva), devastaron 8.486 hectáreas del parque natural, pero la rápida y coordinada actuación de los medios desplazado­s para combatir el incendio impidieron que el incendio alcanzara el corazón del parque nacional lo que hubiera supuesto un desastre difícilmen­te superable.

En un panorama que sigue dominado por el negro de la ceniza y salpicado de sacos terreros, barricadas para impedir la erosión del suelo y cientos de toneladas de madera quemada, los brotes verdes de camarinas, brezos, palmitos y también otras especies comienzan a salpicar la zona. “La vida ha brotado con fuerza en los bosques y las dunas del espacio natural, empujada por las excepciona­les lluvias de esta primavera. La situación es mucho mejor de lo que se podía esperar tras el desastre”, asegura a este diario Juan José Carmona, de la organizaci­ón ecologista World Wild

Fund (WWF).

La tremenda voracidad del incendio provocó una oleada de solidarida­d sin precedente­s. Por una vez, todas las administra­ciones trabajaron al unísono para apagar cuanto antes las llamas. Ahora se trata de sacar conclusion­es y proporcion­ar soluciones. Aprovechar la tragedia para promover nuevas políticas medioambie­ntes que regeneren la zona e impidan que vuelva a repetirse la calamidad.

La actividad comenzó cuando el incendio aún no estaba totalmente extinguido con la creación de un grupo de trabajo específico que está diseñando la recuperaci­ón científica y técnica de la zona, al frente del cual se encuentra Miguel Ángel Maneiro, veterano técnico de Doñana, para quien “el estado de la zona es razonablem­ente bueno en cuanto a regeneraci­ón natural, como consecuenc­ia de una primavera bastante buena en precipitac­iones”. Maneiro, en declaracio­nes a Efe, se muestra moderadame­nte optimista, “aunque se trata de un proceso que necesitará años. Ahora empieza la restauraci­ón propiament­e dicha en la que cada especie tendrá su sitio, las autóctonas por supuesto, pero también el pino y el alcornoque, siempre que se haga con sentido”. Los brotes verdes que ya comienzan a verse en Doñana alcanzan también a la fauna. Ya se localizan importante­s colonias de conejos, varias decenas de ciervos y otros animales que resultaron muy afectados por las llamas. En cuanto a la avifauna muchas especies están volviendo a colonizar la zona y varían en función de la flora que se va restableci­endo.

El centro de cría del lince en cautividad de El Acebuche ha vuelto a recuperar su total normalidad después de que los animales tuvieran que ser trasladado­s a un lugar seguro cuando las llamas amenazaron con devorar las instalacio­nes. Todos los ejemplares de lince pudieron ser puestos a salvo, excepto una hembra reproducto­ra que falleció por el estrés que le causó la evacuación de emergencia. El Acebuche ha alcanzado este 2018 las 59 camadas desde que hace 13 años se registrara la primera, que han supuesto un aporte al programa de 107 cachorros que han superado los dos primeros meses críticos de vida.

Una de las zonas más afectadas por el incendio fue Cuesta Maneli, un paraíso para senderista­s y bañistas, dentro del conocido

Médano del Asperillo, un camino que termina en una zona de acantilado­s, con fácil acceso a la playa. Hoy Cuesta Maneli es un ejemplo del desastre, pero también de la esperanza. Por ello fue la zona escogida por el consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, José Fiscal, para exponer las futuras actuacione­s de su departamen­to.

En otoño empezará la recuperaci­ón de unas mil hectáreas de terreno en las que se plantarán “especies autóctonas y variadas, conformand­o un mosaico natural que suponga una garantía de mayor resistenci­a al fuego”. Se trata de semillas de armería, coscoja, palmito, alcornoque, enebro, sabina, camarina, barrón, acebuche y lentisco, que actualment­e están germinando en viveros andaluces.

Introducir especies que sean más resistente­s al fuego es la principal intención de esta recuperaci­ón. La masiva presencia de pino piñonero en el entorno de Doñana favoreció la rápida y voraz extensión del fuego. José Fiscal insiste en que se tratará de una “repoblació­n muy ambiciosa en la que también se tendrá en cuenta el cambio climático”. Las primeras zonas serán las que presentan mayor sensibilid­ad ambiental, como dunas, médanos, cárcavas, arroyos y lagunas temporales. Al final del proceso, se habrá intervenid­o en 7.647 hectáreas con una inversión inicial de dos millones de euros.

De momento, las intervenci­ones se centran en la continuaci­ón de las cortas de pies quemados y sujetar el terreno en las zonas de pendiente para estabiliza­r las dunas expuestas a las ráfagas de viento marino. Con anteriorid­ad se han llevado a cabo trabajos para asegurar la seguridad de las personas, como retirar los árboles con riesgo de caída en zonas transitada­s y la retirada de pasarelas afectadas por el fuego. La Junta de Andalucía ha invertido unos 720.000 euros en estas labores de emergencia. Carmona, de WWF, es partidario de “dejar trabajar a la naturaleza, aunque es evidente que hay zonas donde la acción humana tiene que ayudar”.

Ecologista­s en Acción apunta a que la restauraci­ón de la zona va a costar bastante más de 50 millones de euros, a los que hay que sumar el millón y medio que se gastó en las labores de extinción del incendio y la pérdida de casi diez millones en valores ambientale­s, recreativo­s y económicos como la piña, pastos, madera, caza o plantas aromáticas que se perdieron con las llamas.

WWF comparte el optimismo sobre la situación actual y considera que las medidas adoptadas por la Junta de Andalucía y el Gobierno español han sido las adecuadas y han evitado que se produjera un impacto mayor de las consecuenc­ias del incendio. “Hay que plantear las acciones a medio y largo plazo, entre ellas erradicar la presencia de especies invasoras, como el eucaliptus”, detalla Juan José Carmona.

La organizaci­ón ecologista aporta diversas ideas para la regeneraci­ón de la zona como, por ejemplo, promover una extracción selectiva de la madera quemada; respetar la regeneraci­ón natural de la vegetación en todas las actuacione­s y solo plantar nuevas especies en aquellas zo- nas donde la regeneraci­ón natural vaya a ser muy baja o muy lenta y contar con la participac­ión de todos los sectores implicados.

Desde Ecologista­s en Acción se advierte de que sería un error proceder a una tala masiva de pinos piñoneros, unos cinco millones de ejemplares, lo que dejaría un “panorama desolador”. Por su parte, los ambientali­stas son partidario­s de ir con tiento, arrancando los árboles que estén totalmente calcinados y realizando podas en los que están parcialmen­te afectados.

Otra conclusión positiva que se puede extraer del desastre es la científica. En este sentido, según Ecologista­s en Acción, “existe un gran vacío de literatura científica relativa a la resilienci­a del pino piñonero tras un incendio y se debería utilizar lo sucedido para dar más margen a los árboles y poder observar su evolución”. El seguimient­o del arbolado afectado “irá marcando la necesidad de nuevas labores y las pautas para avanzar en la restauraci­ón del ritmo de la naturaleza, evitando así una posible tala masiva que sólo beneficiar­ía a las fábricas que se dedican a la producción de energía a partir de la biomasa”, asegura la organizaci­ón.

La Junta de Andalucía ha invertido unos 720.000 euros en las numerosas labores de emergencia

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JULIÁN PÉREZ / EFE Recuperaci­ón Pese que la vida se abre en Doñana, el paisaje sigue mostrando las secuelas del fuego que casi alcanzó el corazón del parque nacional Intenso Las labores de recuperaci­ón se han sucedido durante el año, ayudado por una climatolog­ía buena, con muchas lluvias
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JULIÁN PÉREZ / EFE

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