La Vanguardia

París, 1945

Alexis Ragougneau fue finalista del Goncourt con ‘Niels’, sobre resistente­s y colaboraci­onistas del mundo del espectácul­o

- París Enviado especial

Alexis Ragougneau ha quedado finalista del premio Goncourt con Niels, una historia ambientada en la capital de Francia cuando, recién terminada la guerra, comienza la caza de los colaboraci­onistas, acompañada por todas las bajezas de la condición humana.

El oficio del danés Niels Rasmussen es singular: saboteador. Se hizo de la Resistenci­a contra los nazis por amor, y su cometido es hacer explotar bombas en los lugares adecuados. En 1945, cuando todo acaba, vuela apresurada­mente a París para intentar ayudar a un amigo suyo, autor teatral, a punto de ser juzgado por colaboraci­onista. Ese es el eje argumental de la sorprenden­te novela Niels (Alianza), con la que el dramaturgo Alexis Ragougneau, de 44 años, ha quedado finalista del Goncourt y se ha convertido en una de las voces a tener en cuenta del país vecino.

“No hablo de la ocupación –afirma en una terraza parisina– sino de la depuración, cuando se rinden cuentas tras la guerra, se va a la caza del colaboraci­onistas. Es un juego de máscaras, los disfraces se cambian, todos intentan ponerse el más bello uniforme de resistente y la realidad sobrepasa la ficción”. En los años 70, algunos cineastas como Louis Malle en Lacombe Lucien

–con guion de Patrick Modiano, recién editado por Anagrama– o Joseph Losey en El otro señor Klein,

con Alain Delon, “mostraron toda la ambigüedad que hubo en el París nazi y la dificultad de tomar decisiones”. Antes de eso, “se escondía Vichy bajo la alfombra”.

Con aires de To be or not to be de Lubitsch, e insertando personajes reales en una historia ficticia, Niels

expande los límites del género novelístic­o introducie­ndo técnicas teatrales. Así, hay momentos en que la novela se transforma de repente en una obra de teatro, con sus diálogos, acotacione­s y, al cabo de un rato, se vuelve a la estricta prosa narrativa. Los mismos personajes pasan de ser realistas a caricatura­s fugaces. Ese es uno de los hallazgos formales del autor, para quien “el libro arranca como una novela de espionaje y evoluciona hacia una investigac­ión íntima. Quise alternar lo realista y lo grotesco para que el lector se desestabil­ice, se pregunte dónde está. Ese sentimient­o de desorienta­ción era el que existía en la época. Veías a alguien con uniforme y medalla de resistente, pero a lo mejor los había comprado”. Cita la obra teatral El balcón, de Jean Genet, ambientada en un prostíbulo “donde unos disturbios impiden salir del local a una serie de hombres, uno vestido de obispo, otro de militar, otro de juez... Pero no sabes si lo son realmente o sencillame­nte son clientes disfrazado­s para cumplir sus fantasías. Esa es la pregunta interesant­e, de eso va mi novela”.

Otra pregunta que el lector se plantea es: ¿que habría hecho yo en tales circunstan­cias? Para Ragougneau, en realidad, “eso no tiene respuesta, porque nosotros razonamos

“La pregunta buena no es qué hubieras hecho en 1943, sino qué harías si ahora pasara eso”, dice el autor

desde nuestro saber histórico sobre aquel período y así es muy fácil. La buena pregunta que quiero motivar es ¿qué harías si sucediera eso ahora?”. El abogado del acusado es el señor Bianchi, “la única autoridad moral de toda la novela, alguien apasionado por el derecho, que en la guerra ha defendido a resistente­s y en la posguerra a colaboraci­onistas porque cree que todos tienen sus derechos”. La historia de amistad entre Niels y el acusado Canonnier se inspira en la que existe realmente entre Ragougneau y el director teatral francodané­s Fréderic Ozier, que ha montado varias obras suyas.

¿Era sombrío el París nazi? No siempre... “El número de espectador­es de teatro y cine se dobló o triplicó durante la ocupación, los parisinos querían olvidar, hubo un desarrollo extraordin­ario, los actores tenían mucho trabajo. El universo teatral es un microcosmo­s que explica la totalidad de Francia”. Un viaje por la cartelera de la época es impresiona­nte y entre los cercanos a los alemanes se cuentan nombres como Coco Chanel, Edith Piaf, Céline, Jean Cocteau o Maurice Chevalier. En la novela, hay un personaje inspirado en Florence Gould, dama norteameri­cana que recibía en sus salones a intelectua­les y artistas durante la ocupación.

Antes de Niels, Ragougneau publicó dos novelas policiacas que suceden en la catedral de Notre Dame (La madona de Notre Dame, traducida hace cuatro años por Siruela). Dice que “contienen las mismas obsesiones: la frágil frontera entre el bien y el mal, realidad y ficción”.

 ?? JAVIER DE PASAMONTE ?? Alexis Ragougneau, hace unas semanas, en una terraza parisina
JAVIER DE PASAMONTE Alexis Ragougneau, hace unas semanas, en una terraza parisina
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain