La ley de la selva
Los leones de la reserva natural de Sabuya, en Sudáfrica, se dieron un festín a costa de varios cazadores furtivos de rinoceronte que, a su vez, habían matado en los últimos días cinco de estos animales para obtener sus cuernos.
Al principio, pensó que era un balón. Hace una semana, a uno de los guardias de la reserva natural de Sabuya, en Sudáfrica, le extrañó que hubiera una pelota de fútbol en medio del bosque, pero pensó que quizás algún visitante había hecho la tontería de lanzar el juguete a algún animal. Cuando se acercó, se quedó horrorizado: era una cabeza humana. La noche anterior, su perro pastor belga había empezado a ladrar a las 4.30 de la mañana. A lo lejos se oían rugidos de leones, pero al guardián no le extrañó porque los felinos suelen ser activos por la noche. Cuando fue a patrullar al día siguiente, encontró los restos humanos junto a un grupo de seis leones.
Nick Fox, propietario de la reserva, intuyó qué acababa de ocurrir. “Junto a los cadáveres había un rifle con silenciador, una hacha, unas tenazas y mochilas llenas de pan. No había duda: los leones habían sorprendido a un grupo de furtivos que habían entrado por la noche a la reserva”. Después de que un veterinario lanzara dardos tranquilizantes a los leones, la policía forense pudo recoger los restos mortales para analizarlos. El servicio policial de Cabo Oriental confirmó el incidente, pero, a pesar de que en la escena encontró tres pares de zapatos, conminó a esperar a los análisis para saber si fallecieron uno, dos o tres furtivos. Fox tranquiliza a los amantes de la naturaleza: “No tomaremos ninguna medida contra los leones, su comportamiento ha sido natural”.
Fox atiende a este diario aún con el susto en el cuerpo. “El hacha para cortar el cuerno del rinoceronte tenía restos de sangre, además llevaban comida, algo habitual cuando buscan rinocerontes, ya que deben seguirlos durante días. Probablemente son los mismos furtivos que han matado a cinco en el último mes en la zona”.
Con casi 20.000 ejemplares, Sudáfrica acoge el 80% de los rinocerontes blancos del mundo, un tercio de ellos en reservas privadas, pero desde hace una década disputa una batalla desigual contra la caza furtiva. En el último lustro han matado a más de mil por año, tres al día. Detrás de la carnicería hay mafias asiáticas –especialmente de Vietnam, China y Laos– que comercian con el cuerno de rinoceronte, al que se le atribuyen propiedades como la cura del cáncer o el aumento del vigor sexual.
El negocio es descomunal: una vez en el mercado negro, donde se lima y se vende como polvo para infusiones, un cuerno de diez kilos genera un millón de euros. Actualmente, ya mueren más rinocerontes de los que nacen cada año, así que según los expertos a este ritmo se extinguirán en menos de 20 años.
Fox conoce bien la amenaza. Cuando en el 2016 los furtivos mataron a tres de sus rinocerontes, contrató una unidad de protección, equipada con vehículos, armas de fuego y perros rastreadores a un coste de 63.000 euros anuales. Aun así se siente desprotegido. “Las unidades antifurtivos del Gobierno sólo operan en el Kruger u otras reservas públicas; nosotros nos enfrentamos solos contra mafias con helicópteros, armas pesadas o lentes de visión nocturna”.
El éxito del plan de protección gubernamental del parque Kruger ha aumentado la presión en las reservas privadas. Como en la principal reserva sudafricana se ha reducido un 24% las muertes de rinocerontes gracias al despliegue de rángers especializados y equipados con el sistema de vigilancia meerkat, una tecnología de infrarrojos que distingue entre el movimiento de animales y personas, los furtivos han dirigido su atención hacia los parques privados, menos protegidos. Por eso Fox no lamenta demasiado la muerte de los furtivos. “No celebro la muerte de esos hombres, pero estamos hablando de crimen organizado, no de tipos que buscan salir de la pobreza”.
En realidad, quienes ejecutan a los rinocerontes son el último eslabón de la cadena. A menudo, los furtivos en el terreno son sudafricanos, zimbabuenses o mozambiqueños sin recursos, fácilmente reemplazables y a quienes pagan unos 3.500€ por trabajo. En Cabo Oriental, donde ocurrió el incidente, la cifra es una fortuna: según un informe del 2017, es la provincia más pobre del país y el 73% de su población vive bajo el umbral de la pobreza.
Cazadores furtivos de rinocerontes son devorados por leones en una reserva natural de Sudáfrica
“No tomaremos medidas contra los leones, su acción fue natural”, dice el dueño de la reserva