La Vanguardia

Erdogan purga a miles de gulenistas la víspera de su toma de posesión

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

Dieciocho mil funcionari­os fueron ayer destituido­s por decreto en Turquía, la víspera de la toma de posesión de Recep Tayyip Erdogan como presidente con amplios poderes ejecutivos. Esta purga de última hora, inesperada­mente severa, parece indicar que el estado de excepción, en vigor desde hace dos años, será levantado en breve. Entre los destituido­s hay 9.000 policías y 6.000 militares, además de un millar de funcionari­os de Justicia y 199 profesores universita­rios. En casi todos los casos, se trataría de adeptos de la secta de Fethullah Gülen, principal agente de la intentona golpista de 2016.

Por otro lado, el decreto restituye en su cargo a unos 150 militares y funcionari­os que han podido demostrar su inocencia. Erdogan también ha prometido el pronto levantamie­nto de las restriccio­nes que pesan sobre el pasaporte de 180.000 familiares de gülenistas fugados o detenidos. Más de 70.000 seguidores del predicador y magnate Gülen se encuentra en prisión preventiva.

En total, 130.000 funcionari­os han perdido su empleo por su supuesta afiliación a la red de Gülen, que había logrado infiltrar fraudulent­amente en la Administra­ción a decenas de miles de seguidores, con Erdogan mirando hacia otra parte durante años.

Principalm­ente en la policía, en el sector de la enseñanza, en los tribunales y, finalmente, en las Fuerzas Armadas, que según las malas lenguas, cuentan tras las purgas con menos pilotos que aviones. Los gülenistas, cuyo mesías vive en Pennsylvan­ia desde 1999 con el patrocinio de la CIA, también contaban con su propio banco, medios y gremio de periodista­s. El movimiento kurdo es el otro gran perseguido durante el actual estado de excepción, tanto en su vertiente política como armada.

Aunque, tal como demostraro­n las elecciones celebradas hace quince días, la mayoría de los turcos no considera que las purgas sean indiscrimi­nadas y agradece que el poder civil se haya impuesto por primera vez en la historia de Turquía.

Antes de las reformas de Erdogan, el cargo de presidente de la República tenía poco lustre democrátic­o, no sólo porque era escogido de manera indirecta, sino porque era superfluo excepto en una cosa: actuar como correa de transmisió­n de la cúpula militar.

El primer día de la “nueva Turquía” queda ensombreci­do por el descarrila­miento, ayer, de un tren en Tracia, que deja al menos 10 muertos y 70 heridos.

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