Un lunes al sol
Los lunes son, claro está, días lunáticos. Es más, hay que ir con cuidado con lo que se escribe. Es día proclive al mal humor y hasta al exabrupto. Pies de plomo, pues, y mucho más hoy, en el día de días, cuando se va a producir el primer encuentro entre Pedro Sánchez y Quim Torra. Comienza una partida de ajedrez donde esperemos que nuestro president no pretenda patear el tablero en la primera jugada. Al fin y al cabo, ahora que cualquier aspirante a ejecutivo de multinacional cita a Sun Tzu, haremos lo propio y recordaremos aquello de que “uno se defiende cuando dispone de medios suficientes, y ataca cuando se dispone de medios más que suficientes”. O, si se prefiere una versión más castiza: “Vinieron los sarracenos/ y nos molieron a palos/ que Dios ayuda a los malos/ cuando son más que los buenos”. Ya estoy desvariando… ¡Perdonen! Será el calor, sofocante y africano, o la impaciencia de la anticipación, en días como el de hoy, cuando los media no paran de anunciarnos la noticia que se va a producir y ha de venir con tenaz y persistente machaconería.
Lunes de julio, la verdad, no es un día ideal para casi nada que no sea irse a la playa o el campo. Puede ser que sean días propicios, la historia de España lo demuestra, para asonadas y alzamientos militares. Tal vez también para ceremonias extravagantes. Por ejemplo, en julio del año pasado Dalí salió de su tumba mediante una orden judicial y con él resucitó de golpe el surrealismo ibérico. En este julio puede ser que saquen de su cripta los restos embalsamados del general Franco. Otro esperpento, aunque no sea un tema con el que se pueda bromear, porque es verdad que siguen quedando muertos de nuestra guerra civil abandonados allí donde los pasearon. Restos iberos o celtas, ánforas romanas, puntas de flecha de los ejércitos cristianos o moros, todo el sustrato de nuestra historia, a veces abonada y a veces anegada en sangre, no tan distinta de la historia de Europa, de este continente envejecido y otrora poderoso. España no es tan diferente, debería ser el eslogan para los próximos años, porque es así, porque no somos tan distintos, porque pisamos una tierra en la que la batalla y el dolor fueron la norma durante siglos. Y sin embargo, Europa sigue siendo la esperanza, pese al mal momento actual, pese al nacionalismo también resucitado y el odio al otro, al diferente. Pese a todo, Europa debería ser nuestra aspiración y nuestro futuro. Una Europa con una unión política más fuerte y una base democrática mucho más amplia. Una Europa que salga de este largo lunes de resaca y vuelva a hacer planes más allá de la mala luna que hace rato se instaló sobre nosotros.
Aunque esperemos no pasar, en su origen y etimología, del lunes al martes. Y que tras este lunes al sol, abandonemos la luna para ponernos bajo la advocación de Marte, señor de la guerra. Cuando lo que ahora de verdad toca es aparcar el enfrentamiento y empezar a trabajar para el resto de nuestros días.
Pese a todo, Europa debería ser nuestra aspiración y nuestro futuro