Canet Rock, altavoz de las protestas independentistas
La quinta edición del festival llega a 23.000 espectadores
Canet de Mar
“Está en el ADN del festival ser un espacio de libertad”. Así justificó la directora del Canet Rock, Gemma Recoder, que el acto se hubiera convertido en un gran amplificador reivindicativo de presos políticos y músicos exiliados. El año próximo, la décima edición –contando las cuatro celebradas en la década de los setenta–, anuncia sorpresas, como el cambio de grupo que cierra el festival o la posibilidad de adquirir entradas a 25 euros desde medianoche.
El sábado, frente al escenario, se acabó formando una alfombra amarilla que ondeó entre gritos de solidaridad. Intervinieron las familias de los líderes independentistas presos, arropados con la calidez de un público que no esperaba tal sorpresa. Desde la entrada de Brams, que estrenaba escenario, el griterío reivindicativo con proclamas independentistas entre canciones, era ensordecedor. A partir de las diez de la noche aparecieron las bandas catalanas consagradas. Los habituales Els Amics de les Arts y Els Catarres.
El rapero Valtònyc, exiliado en Bélgica, participó con un vídeo. Pero la eclosión catalanista llegó con Miquel del Roig, que ironizó con la eliminación de la selección española de futbol. Quedó claro que Canet Rock es un festival altavoz de la reivindicación catalanista cuando todos losgruposversionaron acordes contra la casa real, el PP e incluso para exigir la acogida de inmigrantes. El Canet Rock también dedicó gran parte de su infraestructura a la solidaridad. Varios espacios acogieron a los más pequeños, en un momento de ocio y diversión para recoger fondos para que los niños de Nepal, cuyos padres están encarcelados, puedan disfrutar de casas de acogida. También hubo espacio para colaborar con la oenegé Proactiva Open Arms.