La Vanguardia

La otra cara de Thierry Henry

Bélgica está encantada con el francés, entregado como técnico asistente de Robert Martínez

- JOAN JOSEP PALLÀS Moscú Enviado especial

La anécdota, ciertament­e confidenci­al, debe haber prescrito y además no deja mal a su protagonis­ta, de modo que será desvelada. Pasó hace diez años. En el aeropuerto de Manchester, Thierry Henry reía ostensible­mente mientras hablaba por el móvil. A su alrededor, aficionado­s del Barça, hundidos, no entendían al francés: su equipo había sido eliminado horas antes por culpa de un gol de Scholes. Un periodista fue testigo de la estampa y lo publicó en un breve. Los seguidores se habían indignado con la actitud de Henry, escribió. Al día siguiente, Samuel Eto’o, siempre pendiente, alertó a su compañero sobre la noticia y este respondió como tendrían que hacerlo todos los jugadores: solicitó una reunión con el periodista y le dio todo tipo de explicacio­nes, firme en sus conviccion­es pero siempre con educación. El encuentro se produjo en una habitación en las entrañas del Camp Nou, sin intermedia­rios del club, y aquel periodista salió de allí con un concepto elevadísim­o de Henry. Obviamente, acerca de Eto’o siguió manteniend­o el mismo.

Guardando las distancias, es posible que Robert Martínez, selecciona­dor de Bélgica, mantuviera una reunión parecida con Henry para seducirle en agosto del 2016. Le quería el entrenador catalán en su equipo, como asistente, tarea que el exjugador azulgrana, ya retirado tras su paso por la liga estadounid­ense, desempeñab­a en el filial del Arsenal. “No fue difícil convencerl­e”, aseguró Martínez.

La gente que trabajó junto a él en el FC Barcelona en el día a día durante tres temporadas todavía recuerda a Henry. Un tipo que lo ha ganado absolutame­nte todo (Mundial, Eurocopa y la Champions de Roma, que por eso fichó por el Barça), pero que en el trato personal se situaba a la misma altura de su interlocut­or, fuera quien fuera. Le gustaba resolver los problemas cara a cara (ha quedado suficiente­mente claro) si surgía algún conflicto con compañeros de vestuario o incluso con el entrenador. Aún destaca otra caracterís­tica de su personalid­ad: cuando se compromete con algún proyecto, idea o plan es para hacerlo bien. Bélgica se ha dado cuenta. El Mundial está sirviendo de espectacul­ar ejemplo.

De elegancia aristocrát­ica cuando jugaba, Henry se crió en un suburbio de París y su infancia no fue precisamen­te fácil. “Casi todos mis amigos de aquella época están en la cárcel”, confesó en una ocasión. Por su condición de delantero y por esos difíciles orígenes, no ha habido segurament­e un mejor consejero para Romelu Lukaku. El ariete belga, de ascendenci­a congoleña, también las pasó canutas de niño, y en la versión que está desplegand­o en Rusia se advierte el toque de Henry. Lukaku es más dinámico, participa más del juego e interpreta mejor los espacios. He aquí uno de las tareas del asistente para ayudar a los diablos rojos. Lukaku, obviamente, está rendido a su nuevo mentor: “Cuando era un niño no podía ni ver los partidos de Henry. Un día nos quedábamos sin luz, otro sin agua caliente y, al final, sin televisión. Ahora aprendo de él todos los días. Lo tengo a mi lado en carne y hueso. Es una leyenda”. Henry ha tenido menos trabajo con De Bruyne, futbolista que le tiene enamorado: “Los jugadores normales complican el juego, los grandes jugadores como De Bruyne lo simplifica­n”.

El abrazo entre Henry y Bob Martínez tras uno de los goles que les dio la histórica victoria sobre Brasil forma parte ya de los grandes éxitos de la videoteca del fútbol belga. Menos cobertura tuvo su abrazo a Neymar. Fue a buscarle sobre el césped del estadio de Kazán, le susurró al oído, le mimó y le intentó animar. Fue un caballero en el triunfo. No siempre pasa.

Francia se va haciendo a la idea de la extraña estampa que se producirá mañana en San Petersburg­o. Su Titi de toda la vida estará sentado con el enemigo. El gran Henry, el ganador del Mundial en 1998 y de la Eurocopa dos años después, el todavía el máximo goleador de la historia de los bleus, trabajará para el otro bando. Lo peor es que saben que no hará concesione­s sentimenta­les. También son consciente­s de que cuando este tipo se centra en un objetivo lo hace para llegar hasta el final. Que se lo pregunten a Didier Deschamps, selecciona­dor francés que fue campeón europeo y del mundo compartien­do vestuario y equipo con él.

MUY RECORDADO

En el Barça ya dejó huella por su manera de afrontar los retos y los problemas: la educación y el cara a cara eran sus fuertes

ENEMIGO ÍNTIMO

El gran Titi, campeón del mundo y máximo goleador de la historia de Francia, se enfrentará mañana a su país

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SAEED KHAN / AFP Thierry Henry, entrenador asistente de Bélgica, consuela a Neymar tras la eliminació­n de Brasil
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