La Vanguardia

Vettel asalta el jardín de Hamilton

El alemán amplía el liderato al vencer en casa del inglés, perjudicad­o por un polémico toque de Räikkönen

- TONI LÓPEZ JORDÀ

Parafrasea­ndo a Jorge Valdano, tras ganar con el Tenerife el Gamper de 1993 –“Fuimos invitados a la casa del rico y acabamos llevándono­s la mantelería y los platos”–, Sebastian Vettel se afanó ayer la cubertería de Mercedes en Silverston­e, el jardín de Lewis Hamilton. “¡Aquí, en su casa!”, aullaba de alegría el piloto alemán de Ferrari tras asaltar el feudo del inglés, birlándole la victoria y alejándole 8 puntos en el liderato del Mundial. La carrera británica fue tan apasionant­e como polémica, por la peculiar jugada de Ferrari con Mercedes.

Ya sucedió algo parecido en Francia, hace dos grandes premios. En la salida, Vettel se llevó por delante a Bottas y arruinó su carrera y la del finlandés. Ayer, cambiaron los papeles en los bolos: fue Kimi Räikkönen quien en el arranque se llevó puesto a Hamilton al pasarse de frenada en la curva 3. El inglés, que se quedó clavado en la salida–le pasaron Bottas y Vettel–, trompeó por el toque con Kimi y cayó hasta la última posición, 18.ª. Victoria arruinada en casa, después de cuatro triunfos consecutiv­os, y trampolín frustrado para regresar al liderato. El inglés insinuó que más que un lance de carrera fue una táctica de Ferrari para sacarlo de la pista... que salió barata a Kimi: 10 segundos de castigo que no le impidieron ser 3.º.

“Sin ese incidente creo que Lewis podría haber ganado, pero así son las carreras y hay que aceptarlo”, se resignaba Niki Lauda, el presidente no ejecutivo de Mercedes, sin querer cargar las tintas en la maniobra de Ferrari. Lo cierto es que Kimi ni pidió disculpas a Hamilton. “He bloqueado y le he dado a Lewis. Ha sido mi error, me merezco la sanción”, concedía el finlandés. “Es bastante tonto pensar que lo que ocurrió fue deliberado”, desdramati­zaba Vettel.

Sin duda, ese lance o jugarreta marcó el desenlace de la prueba. Hamilton, que estuvo realmente mal en el arranque, pasó de villano a héroe, al protagoniz­ar una remontada brutal, de 18.º a 2.º. Delante, Vettel lideraba, pero sin aplastar sobre un Bottas que aguantaba el tipo. Hamilton estiró la parada hasta la mitad de la prueba (v. 25) y se aupó al 6.º puesto, una vez todos los de delante habían cambiado de gomas.

Entonces se precipitó la historia. Dos safety-car casi seguidos, en la vuelta 33 por el accidente de Ericsson, y otro en la 39 por la colisión de Sainz y Grosjean, compactaro­n el grupo y reactivaro­n las estrategia­s: los dos Ferrari y los dos Red Bull aprovechar­on para calzarse las gomas blandas, mientras que los dos Mercedes se mantuviero­n en pista con sus neumáticos medios ya usados (con 9 y 13 vueltas encima), de modo que Bottas se situaba en cabeza y Hamilton 3.º. ¿Aguantaría­n los puestos las 11 vueltas restantes?

Al marcharse el safety-car se precipitar­on las hostilidad­es. Un duelo precioso a dos bandas, Ferrari contra Mercedes, Bottas aguantando a Vettel y Hamilton a Räikkönen. El escudero de Mercedes estuvo colosal conteniend­o los ataques del alemán, pero Seb, con gomas más frescas y más blandas, encontró el agujero y lo rebasó a falta de 5 giros. Rompía siete años de sequía roja en Silverston­e (desde el 2011, con Alonso). Hamilton también superó a su compañero y pudo minimizar la pérdida a 7 puntos. De hecho, Lewis había salvado los muebles, pero el enfado no se lo quitaba nadie. “El problema fue que un Ferrari me golpeó”, decía muy molesto Hamilton, que se quedó sin récord de victorias en Silverston­e.

Alonso acabó 8.º tras salir 13.º y Sainz abandonó por accidente.

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MARK THOMPSON / GETTY Tercero de la F-1 Con su triunfo ayer, Vettel alcanza a Prost con 51 victorias

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